La conspiración contra la libertad de prensa y la difusión del pensamiento

Se arremolinan con el Cardenal los menos aptos dentro del gobierno actual que abogan por la represión y hasta el crimen contra la libertad, las masas y el país
 

Mentía y cobardemente rehuía su responsabilidad en el adefesio del decreto tiránico del 7 de mayo que procuraba coartar la libertad de prensa y la libre difusión del pensamiento el Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, Pina Toribio, cuando dijo que fue por un exceso de confianza que lo habían cogido desprevenido y que así remitió, sin darse cuenta lo que hacía, para la firma, el proyecto de Decreto mordaza y de constreñimiento de la libertad de prensa, así como de ultraje a la libertad de pensamiento y por sobre todo a la libre difusión de las opiniones, creencias, ideas y pensamientos de la gente, lo que motivara que, tras la publicación del Decreto del 7 de mayo y el escándalo subsiguiente en toda la opinión pública libre, y de ahí el desamparo del Decreto apócrifo hasta por el mismo Presidente Leonel Fernández, quien tuvo a bien en un gesto público, cuando menos que lo reafirma en sus proclamas de respeto a las libertades democráticas y en particular a la de prensa y expresión y difusión del pensamiento, de no sólo criticar sus nefastos objetivos, sino proceder a su derogación, tal y cual hizo.

Pero como perros hueveros, los conjurados alrededor del nefasto y tiránico Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando y Borgia- López Rodríguez, en quien el despotismo se enardece con el peso de la arterosclerosis, que evidentemente gana terreno sobre un músculo cerebral atiborrado de supercherías pervertidas que tanto se nutren como fomentan tanto la ignorancia como el oscurantismo bestial, volvieron a la carga convocando, a través de la instancia gubernamental Indotel, a una supuesta “charla sana” sobre moralidad y la prensa que pronunciaría el Cardenal católico-cristiano vaticanista y que se efectuó el 2 de junio.

Todavía, a decir verdad, después de leer la invitación, desde finales de mayo, nos quedó como el aleteo de una mariposa en la cabeza la pregunta: ¿Y acaso puede existir algo sano del catolicismo-vaticanista, y sobre todo de uno de sus jerarcas más repugnantes, como es el caso del Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando y Borgia- López Rodríguez?

Y es tras la celada que armaron los auspiciadores de la cínicamente llamada “sana charla”, como la ofertaron, que el Consultor Jurídico se quita definitivamente la careta y, saliendo del closet donde se escondía el abogado del despotismo y el absolutismo que porta en su interior Pina Toribio, y casi fuera de sí, proclama su respaldo al documento que, como parte de la celada del 2 de junio, se forzó a firmar en una encerrona o gancho de parte de los asistentes a la muy “sana” (así, entre comillas) conferencia en pro de su dictadura, impartida por el desaforado y desafortunado Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando y Borgia- López Rodríguez.

Pero si esa acción reviste importancia, más aún entendemos que encierran sus palabras estridentes y desesperadas de que “es que la gente está harta y cansada de tanta violencia verbal por la radio y la televisión” y esto lo repitió como un loro amaestrado o una cotorra vieja que había aprendido a repetirlo de memoria.

Lo que más debe llamar la atención es que estas palabras, con las que reinciden en sus intentonas tanto Pina Toribio, el Procurador Domínguez Brito, como el lumpen secretario de incultura, Rafael Lantigua, José Rafael Vargas y Oquendo Medina, arremolinados alrededor del déspota tiránico que es el Cardenal, persisten en coartar la libertad de prensa tanto como el constreñimiento y cercenamiento burdo y descarado del derecho a la libre difusión del pensamiento, y se trata de un grupo que dentro del actual gobierno neoliberal de Leonel Fernández propicia la línea de aplastar por medios coercitivos y represivos, hasta con carácter sangriento, todo el movimiento de resistencia y reclamos de los derechos y del bienestar material por parte de la población.

Este sector del gobierno y del mismo Pálido es el que sustenta lo que la diputada Minou Tavárez Mirabal ha criticado y advertido contra el surgimiento de pujos despóticos en el seno del gobierno y del partido, y es lo que ha conllevado que tanto el ex-Vicepresidente Jaime David Fernández Mirabal, como Inchausti, ambos dirigentes del Pálido como la misma Minou Tavárez Mirabal, hayan denunciado como un retroceso el conjunto del Congreso recién efectuado, o bien como una farsa, un sainete o un mamotreto de mal gusto.

Resulta hasta lógico que el sector que dentro del gobierno y el Pálido se esté comiendo el filete, dada su naturaleza de pequeño-burgueses trepadores y de mentalidad de lúmpenes acicalados y reciclados, tal cual ilustra el secretario de incultura Rafael Lantigua, se haya inclinado, mareado por las alturas del Poder, a recurrir al despotismo y a abogar por coartar la libertad de prensa, el libre pensamiento y el derecho a la difusión de éste como antesala y preparación de sucesivas campañas represivas y persecutorias de masas, organizaciones y líderes populares y de la oposición política a los desmanes gubernamentales atentatorias contra la nación y la estabilidad nacional.

Este mequetrefe secretario de incultura Rafael Lantigua, salido, no cabe duda, de un ghetto de Villa Francisca, con su policial comportamiento para defender el cargo dentro del gobierno, sólo viene a ser una reedición apócrifa y sin brillo de aquel miembro de la Gestapo nazi que al oír la palabra cultura desenfundaba su automática y preguntaba de inmediato: ¿A quién hay que matar?

Como todavía más lógico resulta que hayan escogido a una figura tan nefastamente representativa de lo peor y lo más abyecto de la sociedad y su descomposición, como lo es el Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando y Borgia- López Rodríguez, que como jerarca de la parasitaria y conspiradora contra la nación dominicana Iglesia Católica, está siempre dispuesto a las cruzadas terroristas que empuerquen la institucionalidad, el Estado de Derecho y las libertades ciudadanas, puesto que la Iglesia Católica es internamente una institución que, además de oscurantista y contrarrevolucionaria, es despótica, absolutista, imperial y esencialmente enemiga de todo lo que huele a democracia y a su sustancia, que es el pueblo.

 

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