Los capitalistas de Asonahores actúan como agentes disolventes para destrucción del país
 

Cuando hace poco el funcionario gubernamental José Ramón Fadul y Fadul reclamara, al tiempo que denunciara, la perjudicial práctica predominante en el área turística del empleo, fuera de ley, esto es, en más del 20% de mano de obra extranjera, violentando lo que establece la ley que al respecto rige en el país, la Asociación Nacional de Dueños de Hoteles y Restaurantes (Asonahores), a través de su directiva y sus voceros, salieron con la insolente respuesta de que el personal utilizado como empleado en su área es un 98.9% dominicano, lo cual no se lo cree nadie, pues se sabe que es una descomunal mentira, ya que en los hoteles y restaurantes de Asonahores, hay las pruebas de que el personal haitiano y extranjero, sobrepasa en número cada vez más creciente a la mano de obra propiamente dominicana o criolla.

Pero la insolencia de los representantes de Asonahores tiene, en este caso particular, el significado de que, con sus palabras de respuesta al funcionario gubernamental, Secretario de Estado de Trabajo, lo que dichos señores hacen es aplicar el criterio normativo que, en perjuicio de los dominicanos, imponen los inversionistas extranjeros, particularmente europeos, italianos, franceses y los sucios españoles, de que son ellos y no la Constitución, ni las leyes ni las instituciones nacionales dominicanas, las que establecen quién es ciudadano dominicano y quién no es ciudadano dominicano sino extranjero.

Esto es fruto de las nocivas actividades que, a escala nacional e internacional, despliegan los parásitos sacerdotes y órdenes sacerdotales de la Iglesia Católica-Vaticano que, como hemos reiterado en diversas ocasiones, no sólo ha pactado con la Unión Europea, Canadá, Estados Unidos y los haitianos darle a éstos la nacionalidad dominicana por encima de toda ley y Constitución, sino que coordinan todo tipo de complot y provocaciones, como ésta de los de Asonahores frente al Secretario de Trabajo, al igual que lo del expulso padre Riquoy, que declaró a cuantos haitianos le vino en gana como hijos suyos, así como uno de esos curas declaró en Mao no menos de 80 haitianos, o bien Christopher Hartley, que asaltó y desplazó al Oficial Civil del Municipio de Los Llanos de San Pedro de Macorís y emitió no se sabe cuántas actas de nacimiento falsificadas, acreditando a haitianos como dominicanos.

 

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