Dos falacias fracasadas

Crecimiento económico y Estado de Derecho

Ambas formulaciones que paradójicamente son presentadas como las dos banderas que con insistencia agitan, sin quitárselas de la boca, los neoliberales gubernamentales Pálido-pelegato en un coro estridente y necio donde Leonel Antonio Fernández Reyna lleva la voz cantante, no son más que las dos caras de la más grande engañifa con que estos politiqueros demagógicos, en maridaje espurio con el centro del parasitismo y el oscurantismo, que es la Iglesia Católica-Vaticano, prosiguen su labor de lacayos y agentes de los verdugos del país y el pueblo
 

La nave del neoliberalismo, comandada por Leonel Antonio Fernández Reyna y los pálidos pelegatos del gobierno, ha hecho agua, se ha encallado y, no cabe la menor duda, está naufragando como el Titanic, causando un descomunal saldo de víctimas.

Las dos herramientas principales de la demagogia politiquera del neoliberalismo y del gobierno, crecimiento económico y Estado de Derecho, están cada vez más desenmascaradas y colapsando. No es nada casual que cuando ya lo del crecimiento económico no sirve para engañar a nadie, su eco -no menos demagógico- del Estado de Derecho, quede evidenciado como otra falacia más.

Reafirmando su mediocridad y ausencia de personalidad propia, como una hoja seca merced de para dónde sopla el viento, Leonel Antonio Fernández Reyna repite las mismas palabras de Bush cada vez que tiene que tratar de justificar lo injustificable, y con su estrecha visión, da riendas sueltas a una irresponsabilidad que puede arrojar al país definitivamente a un abismo sin fondo.

De este fracaso, que se comprueba en que, al cumplirse estos dos nuevos años de su segunda gestión, no ha sido capaz de resolver para la población y el país absolutamente nada en los terrenos económico, social, educativo, de transporte, de alimentación, de atenciones médicas, de vivienda, de creación de fuentes estables de trabajo, etc., y de ahí, desde esa situación de franca incompetencia y desfachatada ineptitud que cierran un cuadro de bancarrota total y completa, ha saltado hacia la aventura de propiciar la instauración del actual Estado de Sitio, como primer peldaño hacia la creación de un Estado dictatorial, directamente contrapuesto a toda noción del Estado de Derecho, que esgrimiera en sus acostumbradas diarreas de palabras huecas como su preferida bandera demagógica y que ahora desconoce y pisotea.

Como para nosotros todo lo positivo es aquello que repercute en mejorar las condiciones y niveles de vida de las grandes mayorías, el llamado crecimiento económico es casi siempre negativo ya que de ninguna forma llega, y por lo tanto, en nada favorece ni al país ni al pueblo, resultando un engaño, y totalmente un fraude, pero si fuera, como afirman los funcionarios neoliberales de la banca neoliberal, como el tal Guillermo Perry, economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, que afirmó en junio 14, en visita de capataz al país nuestro, que el crecimiento económico de este modelo no llega a beneficiar ni a tocar a los pobres por causa de los bajos niveles educativos de éstos, la conclusión obligada es que la Iglesia Católica, el Concordato y su usurpación parasitaria del Estado dominicano, quedarían como los únicos culpables de la profundización y ampliación de la pobreza y miseria que para el pueblo acarrea el modelo que potencializa el llamado crecimiento económico y no el bienestar del pueblo, ya que si hay una institución responsable directa de la quiebra de la educación en el país y de la falta de educación del pueblo, esa es la Iglesia Católica-Vaticano, que la monopoliza desde el año 1954, fecha de la firma del Concordato.

Leonel Antonio Fernández Reyna quiso refugiarse en el ardid de colocar como base material de sustento de su demagogia política Estado de Derecho, el llamado crecimiento económico, que no es más que otra treta, visto desde los intereses reales y materiales de la población trabajadora y que, como se evidencia al ser estudiado serena y objetivamente, una vez despojado de la aureola con que en el mundo de los neoliberales se le mixtifica con fines de engaño, nunca conlleva mejoramiento real de las condiciones materiales, económicas ni culturales de vida de la población, sino, por el contrario, el llamado crecimiento económico no es más que un recurso mediante el cual exclusivamente los grandes monopolios internacionales y extranjeros usan el país como mampara o careta para efectuar grandes transacciones financieras entre ellos, sin involucrar a la población con beneficios tangibles en sus transacciones, y no pagándole al país ni siquiera por el uso de la cama ni de sus instalaciones como casa de citas para su despiadada expoliación y saqueo.

Ya la estratagema esa de la exhibición de un fastuoso crecimiento económico, como un logro y una gran meta obtenidos por su gobierno, ha quedado desenmascarada como una vulgar estafa mediante la que Leonel Antonio Fernández Reyna hace pasar oropel y baratijas de bisutería como si fuesen prendas auténticas y originales de oro, mientras tanto él (Leonel Antonio Fernández Reyna) y su equipo, sí que lavan oro, al tiempo que acumulan y amasan cuantiosas fortunas (a través de la obtención diversamente enmascarada de comisiones en millones de dólares, en acciones, en obsequios de objetos de valor, etc.), prestándose a entregarle el país y el pueblo dominicano, atados como un andullo, a la voracidad y ambición de los países imperio-capitalistas, a sus monopolios y clanes financieros y a la Iglesia Católica, que son nuestros verdugos; atados (pueblo y país) de pies y manos, para que sean masacrados. Entonces, de lo que se cimbrean y ufanan Leonel Antonio Fernández Reyna y sus lugartenientes del actual gobierno pálido-pelegato no es de logros para el país y pueblo, sino de los niveles aborrecibles y despreciables alcanzados por ellos en su condición de lacayos y genuflexos sirvientes de los verdugos del pueblo dominicano.

 

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