Ni el respeto por el Estado ni por las leyes y la Constitución dominicanas se alcanzarán como no será exitosa la lucha contra la corrupción hasta que se establezca la separación del Estado y la Iglesia Católica y se ponga fin al parasitismo de ésta sobre la sociedad

 

El desorden en el Estado y el irrespeto por él, así como la corrupción en su seno y el odioso injerencismo extranjero en la sociedad y el país, incluso de los diplomáticos acreditados aquí que actúan como procónsules sin respeto alguno por nuestra soberanía, no cesarán mientras no se empiece por separar el Estado de la Iglesia Católica-Vaticano, se deje de mantener y subsidiar el parasitismo de esta Iglesia con los fondos y dineros del pueblo dominicano y se le obligue a ceñirse tanto a las leyes, como a la Constitución vigentes en República Dominicana.

El caso de Hugo Chávez y su verticalidad ante las pretensiones de la Iglesia Católica-Vaticano de seguir viviendo de Venezuela y de los venezolanos, a la vez que la Iglesia Católica respalda y apoya a los verdugos y enemigos de Venezuela, traza y marca definitivamente el camino a seguir cuando le dice: ¡Se acabó que el Estado venezolano le financie su vida y sus actividades! La educación, la salud y los centros de formación técnica, etc., los asume y son parte de las responsabilidades estatales.

Y esto adquiere un realce de un significado y contenido trascendentales para la República Dominicana y los dominicanos, puesto que aquí el Estado dominicano, en virtud de sus autoridades gubernamentales, que son legiones de lacayos y sirvientes genuflexos del dominio imperialista -neoliberal ahora- y chulos o proxenetas del oscurantismo y el parasitismo de la Iglesia Católica, dicho Estado financia, costea y sufraga todos los gastos y actividades de la Iglesia Católica-Vaticano entregándole, por distintas públicas y ocultas vías, prácticamente el 40% del Presupuesto Nacional, en tanto esa perversa e incalificable trasnacional o cartel religioso se empeña en conspirar, cada vez con mayor saña, odio, intensidad y descaro, contra la República Dominicana, contra la nación y contra el pueblo dominicanos, buscando la destrucción y desaparición de la República Dominicana, para que ésta se convierta, por medio de la fusión, en Haití, tarea pérfida y traidora como ingrata que la Iglesia Católica desempeña de acuerdo con su naturaleza de canalla infame de entidad oscurantista defensora de la esclavitud, de la opresión y la explotación de la humanidad por parte de minorías que no trabajan y viven parasitariamente, como es ella, la Iglesia Católica.
Lo de que la Iglesia Católica-Vaticano conspira y atenta contra el país, la nación, el Estado y el pueblo dominicano queda demostrado bajo cualquier forma y en cualquier área en que desenvuelve esta parasitaria y oscurantista como supersticiosa institución sus nefastas actividades financiadas por el Estado dominicano.

De estas dos cuestiones, que la Iglesia Católica conspira contra la nación y el Estado nacional dominicano, y que mientras tanto las lacras politiqueras que detentan la dirección del Estado, como son las que constituyen el gobierno Pelegato encabezado por Leonel Antonio Fernández Reyna, que cada vez le financian gustosa y servilmente más actividades y cada vez es mayor el trasiego de dinero, bienes y riquezas del Estado y del pueblo dominicano a esa maldita institución, verdadero cartel dedicado al tráfico de lo peor, son ejemplos categóricos las actividades anti-dominicanas y la desfachatez con que los perversos jesuitas de la Iglesia Católica despliegan sus actividades a favor de la masiva presencia haitiana a través y con el amparo de la llamada Fundación Juan Montalvo del Centro Bonó.

Allí, los infames y canallas jesuitas, con la dirección de un gentuza aberrado cura llamado Pablo Mella, junto a otros vividores y parásitos, como el nombrado Mario Serrano, se jactan y se burlan de que se les tenga por anti-dominicanos y con ironía pervertida dejan entrever que para ellos los dominicanos no son gentes sino que gentes para ellos solamente son los haitianos.

Así, en una entrevista en que se promueven, a través de las páginas del instrumento del poder mediático de los intereses antinacionales, el “Hoy” del Opus Dei Pepín Corripio, el repugnante cura Mario Serrano se ufana en afirmar con toda desfachatez y el mayor descaro: “Nos acusan de anti-dominicanos, pero nosotros lo que hacemos es defender los derechos de la gente, porque nuestro fuerte es el acompañamiento a la población haitiana”. Ahí está claramente expresada la comprobación de que son anti-dominicanos, de que su afán y misión es destruir y hundir a la nación dominicana, que no consideran a los dominicanos ni siquiera como gentes, sino que para ellos gentes son, sólo y únicamente, los haitianos.

Ambos cabecillas actuales, Pablo Mella y Mario Serrano, de ese centro conspirativo coordinador del prohaitianismo y el socavamiento de la integridad territorial e histórica de la República Dominicana, son el resultado de que los otros cabecillas de la anterior avanzada ya estaban quemados y habían acumulado cuantiosas riquezas personales con sus actividades mercenarias para la destrucción de la República Dominicana, para lo cual les pagan los países y gobiernos imperio-capitalistas interesados en la fusión de la República Dominicana con Haití o en trasegar a la población haitiana para la República Dominicana, como los EE.UU., los de la Unión Europea, Canadá y sobre todo España (sí la maldita España negrera de siempre), y la Iglesia Católica-Vaticano tuvo que optar entonces por retirarlos para atenuar el fuego de las críticas y denuncias contra los padre Cela (un vagabundo, mujeriego y gay), los José Núñez, Riquoy, Regino Martínez, Christopher Hartley y tantos otros, y aplicar una maniobra engañadora para que los dominicanos bajemos la vigilancia y los curas, mientras tanto, le sigan dando riendas sueltas y acumulando fuerzas para arremeter a todo galope contra la República Dominicana.

Por otra parte, y para que se complete el cuadro que sustenta la demanda de que el Estado deje de financiar las actividades de toda índole que realiza la Iglesia Católica-Vaticano en el país, desde sus parroquias y negocios educativos hasta los seminarios y conventos para la formación de curas ingratos y depravados y monjas perversas y aberradas, aportamos el siguiente informe, cuyos datos cualquier ciudadano está en capacidad de poder comprobar por sí mismo indagando e informándose en las fuentes pertinentes.

En Santiago de los Caballeros la Iglesia Católica es la dueña, por donación y concesión del Estado (pendejo Estado cuando se trata de la parásita Iglesia Católica), de los seis hospitales públicos, entre ellos el principal, que es el Cabral y Báez, los cuales, como se conoce, son empleados para recoger hasta en el mismo territorio haitiano a cuantas haitianas preñadas recorren sus calles y ghettos, traerlas y hacerlas parir aquí en forma ilegal, para forzar que se les dé, a la criatura y a la madre haitiana, la nacionalidad dominicana, y si las autoridades o jueces civiles se resisten a hacerlo, ahí mismo la Iglesia Católica-Vaticano monta el show y hace escándalos lanzando rayos y centellas, sapos, culebras y alacranes contra los dominicanos y el Estado dominicano, los que se complacen, la Iglesia Católica y sus zánganos, en acusarnos descaradamente de esclavistas y racistas, ocultando que quienes adolecen de esa naturaleza aberrada y aberrante, son la Iglesia Católica y sus curas que, intrínsecamente, son y representan el esclavismo bajo cualesquiera de sus formas.

Y no conforme con haberse apoderado de los seis hospitales públicos de Santiago, la Iglesia Católica-Vaticano, a través del Patronato de la Salud que preside el repudiado y odiado Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, está demandando la entrega inmediata y cuanto antes de 55 clínicas periféricas correspondientes a los distintos municipios y comunidades cercanas, más otras 65 clínicas de las llamadas rurales para negociar y ganar en grande. Cuartos, cuartos y más cuartos, repiten hasta dormidos los obispos y monseñores católicos.
Este cuadro que presentamos habla por sí solo, y es la realidad palpable y concreta que lo componen lo que nos hacen sostener verticalmente la convicción de que ese parasitismo, que lleva 53 años imperando en el país, es lo que constituye el piso o la base de sustentación de la corrupción imperante en el Estado y sus instituciones, puesto que el Concordato, el Vicariato Castrense y el Patronato Nacional San Rafael no son otra cosa que la consagración del parasitismo vividor de la Iglesia Católica-Vaticano sobre y a costa de la República Dominicana, lo cual gustan respaldar las autoridades y gobiernos anti-populares y entreguistas, como el del archi-genuflexo y super-sirviente de los yanquis, Presidente del corrupto gobierno dominicano, Leonel Antonio Fernández Reyna. Pero además es lo que imitan los diplomáticos extranjeros caracterizados como burdos injerencistas.

La República Dominicana tiene la imperiosa necesidad de romper y poner fin a esta onerosa e ignominiosa situación que cada día llena más y más de infamia a la República Dominicana, envilece y denigra a la sociedad dominicana, nos coloca exactamente en el nivel de las ovejas que afirman burlonamente los curas y sus jerarcas que el Espíritu Santo les donó para vivir a costillas de ellas.

 

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