DOS PARTES DE UN TODO INSEPARABLE

La lucha por la democratización del Estado y la brega por la Constituyente

 

Es en consonancia con la consigna de la democratización del Estado e institucionalización de la vida nacional, cuya meta y sus objetivos requieren de contenido popular alrededor de los asuntos económico-sociales, que la brega por la Constituyente adquiere la connotación de ser su procedimiento y su método como camino a seguir, por parte de la población y sus movimientos sociales y políticos, en aras de suplantar la Constitución burgués-terrateniente, neoliberal y clerical así como instrumento del capital financiero imperio-capitalista.

De la consigna de la democratización del Estado, a lo largo de más de 20 años de haber sido elaborada por nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), siendo la que, aún bajo las embestidas bestiales del neoliberalismo y la globalización imperio-capitalista, ha marcado el paso, expresado y servido de lecho por el que corren las aguas de las luchas y bregas por la democracia y la libertad, como por las transformaciones de las condiciones concretas de trabajo y vida de las masas populares, en el marco del régimen burgués-capitalista y sin menoscabo de ninguno de cuantos procedimientos de lucha y reclamos se pongan en consonancia con el método, el procedimiento y el camino principal a transitar para alcanzar dicha democratización del Estado y la institucionalización de la vida nacional, la demanda por la Constituyente se ha erigido como meta concreta dentro del marco de los procedimientos organizativos, adquiriendo un realce de primer orden.

Esto se hace más perentorio, por lo que es inminente la lucha y el trabajo consciente en el seno de las masas populares para que éstas se incorporen y sean activas militantes por la Constituyente. La labor por ésta se erigirá en el escenario en que se han de materializar los objetivos de la democratización del Estado y la institucionalización de toda la vida nacional.

De la incorporación de las masas a la brega por la Constituyente depende el triunfo o retardo del logro de dicha meta.

Pero es obvio, que lo que ha de concitar a las masas a llenar y ocupar el escenario de la brega por la Constituyente, será la conciencia que se logre despertar en la población respecto a que sería a través y con ella, con la Constituyente, que se podrán plasmar los objetivos, logros y conquistas que hagan realidad la democratización del Estado, aún, repetimos, dentro del marco del mismo régimen capitalista y sin que necesariamente se desconozcan transitoriamente, en el marco del acuerdo, las dos piedras claves de este régimen, que serían, la propiedad privada y el sistema político correspondiente, aún sea la democracia representativa.

Las lecciones que ofrece el proceso desde que, a principios del triunfo sobre la dictadura yanqui-balaguerista de los 12 años, capitalizaran y a la vez le imprimieran su sello de clase y de sus turbios intereses derechistas conservadores los entonces tenidos como socialreformistas burgueses del Perrodé Peña Gómez, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco y Jacobo Majluta, se pueden perfectamente resumir en la importancia vital que el pueblo le atribuye a la lucha y objetivos de la democracia, como en la perentoria necesidad de un programa político de acción, acompañado de una lúcida teoría avanzada que sirva de guía en el curso de la acción, no dejando lugar a dudas sobre la tremenda importancia, con carácter de palanca decisiva que, para la iniciativa de lucha, representan las consignas pertinentes al logro de los objetivos, conquistas y derechos de la democracia y por las libertades públicas, como a la vez sobresale, con igual importancia, la necesidad de empeñarse por hacer que las mismas sean institucionalizadas y reconocidas en el Estado, que es el órgano general representativo de la nación dominicana.

La pretensión de que las masas hagan suya la idea de la Constituyente y de que coadyuven a su logro, pero presentándola como una consigna hueca, carente de contenido político, económico y social, o desvinculada de los objetivos, conquistas y logros populares democráticos, sería síntoma inequívoco y seguro de la presencia de un enfermizo cretinismo político e ideológico, negador del contenido popular y social de todo movimiento en el que las masas estén llamadas obligatoriamente a hacer de protagonistas estelares.

Aquí entra en escena, como un componente de primer orden, la cuestión de la obligatoria lucha ideológica y teórica a desplegarse en forma ardua, como recurso obligado a desplegar, frente a todas las corrientes políticas e ideológico-teóricas, como el socialreformismo burgués y arrivista y como su apéndice principal, que son el castro-guevarismo, y el foquismo en particular, que postulan como su piedra angular la inaceptable concepción de que la lucha política es propiedad exclusiva absoluta de la burguesía, de sus estamentos, de sus partidos, formaciones e instancias políticas, en tanto niegan el carácter de obligación y necesidad de la propia lucha política, con carácter soberano y por caminos políticos propios e independientes de los de la burguesía social-reformista, por parte de los movimientos y partidos de la revolución social, que son básicamente de carácter socialista o comunista, esto último tanto por su doctrina como por su contenido social, que hacen que su bandera, guía, y componentes sea el marxismo-leninismo y no ningún otro.

Según preconizan aquellos portadores de la absurda aberración oportunista pequeño-burguesa del castro-guevarismo-debraismo, que desenvuelven sus actividades en medio de los más intensos zig zags contradictorios entre sí y que ya apenas encajan y se expresan como portadores de algo así como un oscuro supuesto marxismo vergonzante, y hasta clandestino, de carácter en extremo adocenado y servil, de que ni los comunistas ni los revolucionarios en general tienen nada que ver con la lucha política ni con las tareas por la democracia y la libertad como parte de su programa básico fundamental, con lo que, de hecho, los oportunistas de marras buscan la anulación y disolución de los movimientos socialistas y comunistas, y con lo que, de hecho, suscriben otra vez su condición inveterada de lacayos de la burguesía y del capitalismo.

Por nuestra parte, esas lecciones, en nada nos fue ni se nos hace difícil desentrañar ni mucho menos descubrir, ahondando con facilidad en la mejor comprensión de sus nuevos alcances, de los que extraemos, a la vez, nuevos impulsos ideológicos, sobre todo por el hecho histórico de que las actividades del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), desde sus primeros inicios, las hemos desplegado con adhesión a la lucha por la democracia y la libertad, por la soberanía e independencia nacionales como por el bienestar material general del pueblo, bajo la guía y el fundamento del marxismo-leninismo y no en ninguna otra concepción; como en contra del oportunismo y el revisionismo, lo que, como se recordará, y de lo que abundan las pruebas históricas documentales y prácticas al por mayor y detalle, fue causa de las más desmedidas embestidas calumniosas, cuya sangre es el carácter de clase y de reaccionarios de nuestros adversarios en contra nuestra y, claro, bajo el impulso de la más salvaje ignorancia de esos oportunistas que, con sus torpes concepciones, nos acusaban de querer democratizar a Balaguer y a su dictadura yanqui-balaguerista, lo que, si por un lado, testimonia el contenido licencioso de la calumnia cocinada y vertida irresponsable, alegre como atrevidamente, sobre nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), empujaba a nuestros alegres y ligeros críticos -que indudablemente se les hacía difícil ver más allá de la punta de sus propias narices-, casi por ley de la inercia, a aferrarse a sus aventuras anarco-terroristas y "economistas" (en las que estaban empantanados con su robolucionarismo de cuchara a cuestas); por el otro lado, quedaban a expensas de dar un salto al vacío, lo que los separaba, mediante una zanja o un foso infranqueable, de toda actividad y lucha políticas propias e independientes con respecto a la de los partidos y criterios de la burguesía social reformista boschista, peñagomista, caamañista y castro-guevarista-foquista; y además condenaba a ese estúpido amasijo de enemigos del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO) a tener como su seguro e inevitable futuro tanto el fracaso como a convertirse en aborrecibles y representantes apéndices, o sea, sirvientes, de la burguesía neoliberal, reaccionaria, clerical y del imperio-capitalismo y de los corrup-partidos del sistema partidario de éstos.

 

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