MENTIRAS Y MAS MENTIRAS

El señor Leonel Fernández y su singular llamado a un grupo de oficiales militares y policiales que reuniera en el Palacio de Gobierno

Como una broma y ejemplo de cinismo e ironía, o como el ejercicio práctico a los ojos de todos de gatica de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano, si no como una muestra ostentosa del vanidoso y engreído que tiene un juguete caro pero que no se atreve a jugar con él para que no se dañe o se le rompa, y en vez de gozar, como esperaba, tenga que recibir la zurra más atroz y no deseada, son de las tantas interpretaciones ilustrativas que hemos oído respecto a las palabras que dirigiera el señor Leonel Fernández, en su rol de Presidente de la República, al grupo variopinto de oficiales militares y policiales con que se reuniera el 30 de enero en su Palacio de Gobierno, que no es el de Alto Piantini, ni el de Arroyo Hondo, tampoco el de Las Terrenas, Samaná, todos sin excepción con el mismo sello de procedencia, mucho menos el de Juan Dolio, que es del Presidente y no del hijo.

Leonel Fernández, según el texto oficial difundido por los medios de información del gobierno, dijo lo siguiente: "Son ustedes hombres de honor y esperamos que en el futuro puedan seguir actuando de esa manera, respetando siempre la Constitución de la República, las leyes del país y respetando los derechos humanos de los ciudadanos de la República Dominicana".

Si no hubiese en ese mensaje oral y directo (exhortación, por tanto) la expresión "esperamos que en el futuro puedan seguir actuando de esa manera,…" habríamos pensado que la salud mental del Presidente había zozobrado y habríamos terminado acreditando como buenos y válidos los informes que dan cuenta de su recurrencia a los servicios de un eficaz terapeuta neuropsiquiátrico de la capital para que le tratara de un descontrol emocional de tal envergadura que, de buenas a primeras, se rajaba a dar gritos y a lanzar quejumbrosos sollozos que volvían loca a su madre que, por su parte, rompía a decirle una y otra vez: "tú ves, yo te lo decía que no te metieras en eso, yo te lo decía, ¡ay! dios mío, todopoderoso…"

La expresión de marras contenida en la exhortación de Leonel Fernández es la clave, por lo menos, para que se interprete que el acto y las palabras donde aparece además lo de "respetando la Constitución, las leyes y los derechos humanos de la población", fue montado con el fin político específico de proseguir su línea de a dios rogando y con el mazo dando o del látigo y el pastel, alentada por una inveterada adhesión personal al más rancio bonapartismo, denominación ésta con la que se abarca la práctica oficial desde 1850 con Luis Bonaparte y su "10 de Diciembre" (todo de gran parecido a lo que se vive aquí) de la doble moral o moral por partida doble hasta la fecha es tal, que es refrendada con la actuación actual de parte de los gobiernos burgueses de aplicar los métodos dictatoriales y despóticos más crudos bajo el ropaje indolente de defensa de la Constitución, de la democracia, de la libertad, de las leyes y de los derechos humanos y que, para el afamado autor de ciencias políticas, Sheldon S. Wolin, tiene sus raíces primeras, de las que copiaría la receta Luis Bonaparte, tanto en Pablo como en Agustín, el primero con su epístola romana que forjó la teoría del necesario maridaje del cristianismo con el Poder secular (no importa que fuera aún pagano) y Agustín, que con un ropaje de prédicas de amor, instigaba las más crueles batidas de terror y muerte, llegando a darle hasta un fundamento divino.

Agustín, el mismo rufián al que le llaman san, decía en su epístola 93: "cuando se agrega la doctrina salvadora al útil temor, de modo que la luz de la verdad expulsa las tinieblas del error, y, al mismo tiempo, la fuerza del temor rompe las ligaduras del hábito perverso, entonces (…) nos regocijamos por la salvación de los muchos que, con nosotros, bendicen a dios". Y S. Woldin apunta: "Agustín insistía en que no había necesariamente mutua incompatibilidad entre el amor y el poder: era preciso diferenciar la ‘persecución justa’ de la ‘injusta’. Se utilizaba con justicia la coacción cuando la informaba y motivaba un espíritu de caridad; descuidar a las almas que se desviaban de la verdadera creencia era más cruel que castigarlas, ya que así se las condenaba a las tinieblas eternas. ‘Leyes terribles, pero saludables’, aplicadas en un ‘espíritu de amor’, y una honda preocupación por las almas de los demás, quitaban al poder su estigma. En suma, el amor dictaba la coacción".

Como se ve, Agustín fue uno de los primeros, aunque Pablo lo fue mucho antes, precursores de esa doble moral que preconiza el temor y el pánico para salvar vidas, sobre todo, en su dimensión de eternidad.

Leonel Fernández, aunque ya damos cierto crédito a lo de su propensión a la depresión peligrosa, después de mantenerse prácticamente oculto haciendo no se sabe qué desde el 24 de enero hasta el 30, salvo el recibimiento al pichón de déspota que se estrena Venezuela de apellido Chávez (del que publicaremos nuestra crítica evaluación en el próximo número sin falta, para que no haya lugar a engaños ni dudas al respecto), fue que hizo esta reunión con esos oficiales.

Lo de su ocultamiento no falta quienes aseveren que no sólo era por un desplome síquico, sino que sus mismos asesores íntimos, le recomendaron rodearse de cierta aureola enigmática. De ahí que preparara para su salida ese encuentro, donde soltó la exhortación de marras. Pero no sin antes recibir lo que se desprende de las palabras asumiendo la responsabilidad de todo por parte de Ramoncito Blanco Fernández, que entendemos estigmatizan como de gran irresponsable a su presidente Leonel Fernández.