El Waterloo de Candelier

Tal y como afirmamos en la 1ra. entrega la Jefatura de la P.N. sería inevitable y obligadamente el Waterloo para Candelier

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Eso ya está en marcha, puesto que luce desaforado y fuera de sí, una vez que está dando palos a ciegas pretendiendo simular querer resolver una serie de problemas que sólo podrían ser resueltos a cabalidad siempre y cuando existiera un gobierno y un Presidente (que no son ni pueden ser los actuales) que tuviesen desde el primer momento de su ascenso al Poder la disposición junto al más diáfano interés real en trabajar a favor de los intereses nacionales encarnados en el enfrentamiento de los males y fuentes de sufrimientos para las grandes mayorías populares.

Un gobierno que mata de hambre al pueblo, que abandona la educación pública, que asesina lo que antes había de sistema de salud, que no respeta Constitución ni leyes, que tiene por norma destruir a como dé lugar el país y favorecer la intervención de tropas imperialistas, no es el que va a propiciar el adecentamiento verdadero de una institución como la P.N. ni ninguna otra.

Candelier ha sido lanzado a la batahola de la demagogia por un gobierno que sólo está movido por los más sucios y espúreos intereses, que se sintetizan en el predominio absoluto en su seno de la corrupción escandalosa y que es el principal transgresor de las leyes y de la Constitución.

La actuación de Candelier en la P.N. luce además ridícula, cuando se le ha querido presentar como un hombre ilustrado partiendo de que se graduaría en una supuesta universidad, llamada de la Tercera Edad, con notas Cum Laude. Partir de esto para atribuirle supuestas luces mentales, así como un dizque buen amueblamiento cerebral suyo es lo mismo que pensar que el maco es un pez o que el tamborero es un músico, o si no, que un pordiosero lírico es lo mismo que un trovador.

Esa supuesta universidad no sólo que es una estafa, sino que lo que ahí se imparte como docencia puede ser todo menos cultura ni algo parecido a la enseñanza del razonamiento ni de las facultades mentales, sobre todo que contraviene verdades irrefutables establecidas por la ciencia biológica amen de que ni siquiera en su rector ni fundador ha pasado por su mente respeto alguno por la ciencia ni por la cultura.

Su medida respecto a contrarrestar la privatización mafiosa de la P.N., cosa ya harto comprobada, no puede quedar ahí, ya que una vez constatada la situación proceden tres cosas: a) Hacer que los capitalistas privados devuelvan el dinero de hecho estafado al Estado una vez que han usufructuado por años y años los servicios de agentes policiales cuyos sueldos emanan del Estado, como se podría corroborar buscando las nóminas de pago de los departamentos estatales correspondientes, además del uso particular para fines de lucro personal de la autoridad que da la condición de agente de la P.N.; b) proceder a desarticular las estructuras que desde dentro de la P.N. articulaba esa privatización mafiosa de la institución, y c) castigar, separando y traduciendo a la Justicia a la alta, media y baja oficialidad policial involucrada en esa acción gangsteril y mafiosa que los ha enriquecido involucrando a la institución en crímenes comunes que no tienen directamente ni siquiera carácter político.

De hecho la sola mención de estos pasos la hacemos para poner en evidencia que Candelier, por más autoritario que pretenda ser, haciendo gala de esa aberración que emana del abuso o uso exagerado del Poder, sólo él puede hacerlo (y lo está haciendo) contra los de abajo, pero que frente a los círculos de Poder, como se lo dijimos desde cuando bregaba con los Parques Nacionales, no es más que agüita de coco.

Ya se han detectado pujos en la conducta de Candelier que evidencian su inclinación a la pretensión de calzarse la bota tiránica de Trujillo o, para decirlo en términos más actuales, en seguir el trillo sangriento y bestial de Augusto Pinochet.

No debe nadie extrañarse que alucinado por una obsesión se haya inclinado a prestarle oídos ahora más que nunca a los cantos de sirena que le susurran a sus espaldas.

Sólo en esa situación se explica que tratara de repetir al pie de la letra las palabras de Augusto Pinochet respecto a su desprecio absoluto por la dignidad humana y cometer la osadía de proclamar que matar ciudadanos no es violación de los derechos humanos.