Un planfletón noveloso busca glorificar las inmundicias, miserias e ignorancia del MPD y los bandoleros de Maximiliano Gómez

 

Para adoptar su propia forma como renegado representante del lumpen mercenario, Maximiliano Gómez (El Moreno), tras un penoso y traumático proceso de yerros, fracasos y estupideces, concluyó su plataforma. Su período de incubación y operación práctica abarcó desde el 1965 hasta el 1972, aunque sus elementos componentes se encuentran en las corrientes anteriores al marxismo, muchos tienen, al ser empleados por el sujeto de marras, una recreación en las corrientes pequeño burguesas y terroristas criticadas y combatidas por Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse-Tung.

La susodicha plataforma tenía como contenido reducir y circunscribir, bajo la concepción más estrecha y primitiva, la lucha revolucionaria del pueblo y de la clase obrera en particular, al antibalaguerismo puro y simple. De esa manera, eliminaba todo el contenido social popular a la lucha política contra Balaguer, reducía el objetivo de esta lucha, desorganizaba y castraba el rol decisivo de las masas y traicionaba el aporte de Marx de que la revolución moderna había de ser, ante todo, un profundo proceso social y no una conspiración de hombres selectos que se unían para conspirar y liberar a las masas mediante acciones terroristas aisladas.

“Extrañamente” al cocinar su última estafa seudoteórica consistente en llamar “colonialismo ideológico” a la concepción científico revolucionaria proletaria del marxismo-leninismo, Maximiliano Gómez lo hacía no sólo como culminación de una sinuosa y continuada práctica de bandolerismo fracasado, esto aún desde el punto de vista del balance real de sus resultados, sino que esta tesis, que coronaba su azarosa aventura, resultaba del mismo contenido y significado que la reveladora exigencia bakuninista aparecida en los estatutos y proclamas de la “Alianza de la Democracia Socialista” de Bakunin de que los miembros de su movimiento no estuviesen contaminados de “frases… ni retórica tomada de libros”, esto es, que no practicaran el colonialismo ideológico que representaba, según ese degenerado, el marxismo. (¡Qué sorprendente coincidencia entre tan geniales y auténticos aventureros como son Bakunin y Maximiliano Gómez -El Moreno-!). La ignorancia y el culto a ésta sería la doctrina guía.

Más aún, mayor es el asombro cuando el lector se percata de que la concepción “originalísima” de Maximiliano Gómez sobre la revolución resulta a su vez una copia burda e inescrupulosa de la del mismo Bakunin y de los otros terroristas, particularmente rusos, como se comprueba al equiparar la formulación de éstos de “lancémonos todos juntos al pueblo, al movimiento popular, al motín de los bandoleros y de los campesinos” (Pág. 98, obra citada) con las tesis emepedeístas de la llamada Conferencia Hilda Gautreaux: “Lo mejor al campo, 66-67; lo mejor a los cuarteles, 67; lo mejor a los comandos y a los cuarteles; lo mejor a los comandos; reclutar a todos los ladrones y asesinos para los comandos”, fenómeno que fue reconocido como un grave error por el tal secretario general actual del MPD, Higinio Báez.

La colocación en perspectiva de este mamarracho de Maximiliano Gómez frente a las estupideces y disparates de Bakunin, exactamente un siglo antes de las correrías de Maximiliano Gómez, nos arrojan el balance de que el criollo fue apenas una burla y caricaturesca copia de Miguel Bakunin, reciclado éste con todas las basuras modernas para el tercer mundo por parte de los ideólogos y propagandistas del imperialismo, del reaccionarismo y del oscurantismo.

Esa plataforma, cuya crítica desde el 1966 hemos venido conformando hasta lograr caracterizarla, tiene como esencia la negación absoluta de la lucha de clases; la negación del papel histórico de la clase obrera y de las masas populares en la revolución, en la sociedad y en la historia; rechazo absoluto al marxismo-leninismo (socialismo científico) como concepción guía, método y estilo base para la política y táctica así como para el trabajo cotidiano; rechazo categórico a la elaboración del programa general y político del partido y el movimiento revolucionario; negación de la necesidad del Partido Comunista y de los cuadros políticos revolucionarios marxista-leninistas, más la reivindicación de su adhesión a la obsoleta teoría de Carlyle y demás del héroe activo y las masas pasivas (el lumpen nitcheano que hace la historia) etc., para, con el adefesio resultante de sus elucubraciones, cuyo sustento era el bakuninismo y el anarquismo en general, entregar la lucha del pueblo y consolidar la hegemonía de la burguesía social reformista (liberal) y de la misma reacción precapitalista incluso sobre el país, repitiéndose así la historia, tal y como expresara Engels a Marx en una carta de 1851 donde le comentara lo de la historia cuando se convierte en comedia. Y al efecto escribe: “Y parece realmente como si desde su tumba el viejo Hegel, en su papel de Espíritu Universal, dirigiera la historia y dispusiera concienzudamente todos los acontecimientos para forzarlos a desarrollarse dos veces, una vez como gran tragedia y la otra como una vil farsa” (Cartas Marx y Engels, No. 17, Pág. 50). Así tenemos a Maximiliano Gómez (El Moreno) como una vil farsa y a Bakunin como una gran tragedia; a un Gautreaux Piñeyro, que resultó una gran tragedia al pretenderse “escritor” por ser boschista y al Cagliostro Freddy Aguasvivas como una vil farsa al pretenderse novelista por ser plumífero adocenado y palidista.

Los rasgos inequívocos de aquella plataforma, de corte y naturaleza contrarrevolucionaria y oportunista del tal lumpen Maximiliano Gómez (El Moreno-MPD) fueron en el orden político-táctico (práctico) los siguientes: alianza y apoyo a la oligarquía “descontenta” (entiéndase sector contrarrevolucionario recalcitrante) presentada con el embrollo de “ley universal de la revolución dominicana” (sic); Golpe de Estado “revolucionario”, adoptando como suyo y para el movimiento el putchismo-golpismo, tan típico del reaccionarismo pequeño burgúes; el terrorismo individual, convirtiendo a jóvenes en bandoleros y atracadores de la más denigrante estofa; ninguna actividad política ni reivindicativa de masas por parte del pueblo, con lo que de hecho pretendió marginarlo y condenarlo a la más absurda pasividad, sacando a las masas del escenario político; ninguna lucha propiamente política, ni mención siquiera de los objetivos de democracia y libertad, dejando estas banderas para consumo exclusivo de la burguesía y reaccionarios balagueristas, perredeístas y wessinistas, así como colocando la configuración de un supuesto gobierno cívico-wessinista, clerical-perredeísta y los bandoleros como su tropa de choque como el objetivo central de todo ese amasijo a donde culminaban aquellas elucubraciones que eran el resultado, en el campo gnoseológico (cuestión del conocimiento) del más garrafal iletrismo tanto de su autor directo (Maximiliano Gómez) como de sus lugartenientes integrados por Fafa Taveras, Guido Gil, Moisés Blanco Genao, Amín Abel, Otto Morales, Virgilio Bello, Julio Aníbal Suárez, etc., quienes sólo eran motivados por el acicate de su anti-marxismo-leninismo rabioso, que vivían, vivieron o han vivido inmersos en su deformación socio-cultural arropados por el individualismo extremo, galvanizado éste con las negativas experiencias del stirnerismo, proudhonismo, bakuninismo, anarco-sindicalismo (hagamos la salvedad de que con esto no estamos diciendo que fueran conocedores directos siquiera de las ideas y teorías de estos personajes), que secundados por Fidel Castro, Che Guevara, Regis Debray (quienes sí han estado empapados con todas esas teoricuchas) y demás asnos envilecidos, se empeñaban en demostrar la invalidez del marxismo-leninismo, resultando como su única cosecha objetiva, real y comprobable, el más grotesco y rotundo fracaso final. Con esto se ponía de relieve su carácter de clase de lúmpenes y pequeño burgueses desclasados.

 

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Un espécimen afectado que reúne todos y cada uno de los rasgos que hacen más despectivos y pretenciosos a estos pobres diablos, exponentes de ese enfermizo individualismo extremo y de una llamada “libertad absoluta” (que desconoce las condiciones que emanan de la realidad objetiva), ha publicado hace poco un panfletón noveloso que busca la glorificación de la basura que fue Maximiliano Gómez y su claque de rufianes bandoleros y desclasados en su rol de pretendidos revolucionarios, “glorificándolo” con toda y su absurda plataforma criolla del lumpen hecha sumando error tras error hasta elaborar un auténtico monumento al anarquismo antimarxista y lacayo abyecto de la burguesía.

Su fórmula sería glorificarse él, glorificando a la basura.

Bajo un título tan absurdo y abstracto como “El Olor del Olvido”, que mueve a la sospecha, igual a los vértigos nauseabundos que produce la sola figura del bracero literario que se presenta como autor y quien tiene la virtud de que con sólo uno ver su persona queda envuelto en un mar de suspicacia.

Este sujeto ofrece al lector un amasijo desprovisto totalmente de intención crítica, en el que prima la amanerada forma conocida del interesado y parcializado relato unilateral que da la sensación de que en el período en que se lleva a cabo la narración suya sólo existían los bandoleros de su adoración, típicos representantes del lumpen, tal y como los concibiera Miguel Bakunin; éstos, ya evidentemente fracasados en el terreno político-revolucionario, intentan desesperadamente subsanar el rosario de canalladas que los ha llevado al atolladero definitivo aventurándose a una acción que sellaría definitivamente su hija de puta existencia como rufianes disfrazados de políticos revolucionarios, y aún más, autotitulados “creadores” marxista-leninistas.

Como sucede siempre con semejantes energúmenos desaprensivos, elaboran sus aventuras sin importarles para nada las condiciones objetivas de la realidad ni el desenvolvimiento futuro del movimiento de lucha popular, o más bien que llevan a cabo su labor, conscientes del daño que acarrean sus nocivas acciones para el conjunto del movimiento revolucionario que, en esa ocasión histórica, tuvo que cargar con las consecuencias de hechos descabellados que casi siempre fueron facilitados por la reacción para justificar sus ulteriores campañas represivas, lo que conlleva a la conclusión a que arriban Marx y Engels cuando, respecto a Bakunin y los anarquistas, decían: “Si no son ustedes agentes a sueldo, lo cierto es que ningún agente a sueldo podría haber causado más daño que ustedes” al movimiento de la clase obrera y a la lucha revolucionaria del pueblo.

El desclasado lumpen, enganchado en forma improvisada a la faena de bracero literario que produce “El Olor del Olvido”, se retrata a sí mismo como todo un canalla que se identifica con sus héroes protagonistas por su inescrupulosidad e inmoralidad, trata persistentemente de hacerlos aparecer como leales al practicar la traición, íntegros cuando derrochan doblez, de altos sentimientos morales cuando en su amoralidad no tuvieron reparos en pasarse violando y torturando, sádica y sucesivamente sin parar, durante varias semanas, a la infeliz Miriam Pinedo, repitiendo cada uno de ellos lo que Maximiliano Gómez (El Moreno) no pudo ocultar por más tiempo qué hacía al encontrar la muerte, sin que ésta lo eximiera de culpa.

Esmeradamente, el bracero literario en cuestión da a entender, por medio de íntimos diálogos casi policiales en los que él y cada uno de los rufianes del clan de emepedeístas se ven y se tratan como entre los suyos y que logran alcanzar el nivel de la identidad familiar. Escogiendo, conforme su taimada costumbre, cuidadosamente al palurdo oportunista Héctor Ortiz Jáquez, de tantas luces mentales como un asno, para empezar, y al sádico criminal Manolo Plata (mejor conocido como Freddy el Flaco) para concluir; pero consciente de las implicaciones de esto último, el bracero manipula para hacer creer que la entrevista con este último no se consumó. Esto, dado el temor de cargar con las implicaciones que acarrean sus contactos con este canalla, que sabemos son regulares, normales y sistemáticos, y que tienen tan serias repercusiones como implicaciones aterradoras en y desde ciertos circulillos de malhechores politizados.

Debe subrayarse la interrogante que queda flotando en el aire, esta es, si el panfletón de marras, entre otras cosas, no se elaboró por encargo de los que manejan al tal Manolo Plata (Freddy “El Flaco” García).

Pero debe saberse que esa identidad les viene por la naturaleza común del bracero y los otros con el paradigma del “revolucionario” que da por sentado Miguel Bakunin cuando estableció: “El bandolerismo es una de las formas más honorables de la vida popular… El bandolero es el héroe, es el defensor, es el vengador popular: el enemigo irreconciliable del Estado y de todo orden social y civil establecido por Estado; el luchador a vida o muerte contra toda esta civilización de funcionarios; … Quien no comprende el bandolerismo no comprenderá nada en la historia… Quien no simpatiza con él no puede simpatizar con la vida popular y carece de corazón para los sufrimientos seculares e inconmensurables del pueblo; sólo con el bandolerismo se comprueba la vitalidad y la pasión del pueblo. El bandolero es el verdadero y único revolucionario: (es) el revolucionario sin frases (que no está subyugado por los “dogmas” del marxismo-leninismo, Nota de Redacción), sin retórica tomada de los libros (que rechaza el “colonialismo ideológico” del marxismo, Nota de Redacción), el revolucionario infatigable, irreconciliable… el revolucionario popular y social… Quien quiera conspirar seriamente, quien quiera la revolución popular, deberá ir a ese mundo…” (Miguel Bakunin y sus Principios de la Revolución – Citado por Marx y Engels).

Y lo hacen, por ser portadores del absurdo individualismo pequeño burgués extremo del que el alemán Max Stirner (Gaspar Schmidt) fuera en su época destacado expositor en filosofía, en tanto que el ruso Fiodor Dostoievski lo fuera en la novela.

O Proudhon y Miguel Bakunin con sus enfermizas panaceas social reformistas el primero, y el segundo con su anarquismo desesperado y ultra revolucionario que luego culminaba, tanto en particular como en general, trabajando y beneficiando a la burguesía y a la reacción y todo esto como parte del anarquismo, y que los existencialistas sublimaron con todas sus asquerosidades y aberraciones, y cuyos epígonos contemporáneos en el siglo XX fueron Sartre, Camus, Kafka, Kierkegaard, Heidegger y otros excrementos pestilentes, mencionados aquí por muchas cosas, pero, sobre todo, por el gran peso del decadentismo y fatalismo, común a todas estas inmundicias.

Pero además está patente que en el pretencioso de marras (pulpero metido a escribidor) gravita decisivamente el hecho de que el rotundo fracaso de todo aquello fue el fracaso irreparable de él mismo en persona que ha devenido ahora en un gran fiasco como tal, una vez que, carente de talento crítico y huérfano de imaginación creadora, indigente de pensamiento más el destierro hecho de su conciencia de todo escrúpulo posible, ha terminado demostrando que lo único que puede elaborar es una farsa interpretativa, quedando de hecho evidenciado como un vulgar alabardero de todas esas bellaquerías anarquistas que tanto aplaudieron y de las que tanto se beneficiaron los plumíferos y negociantes de la prensa amarilla, ante todo lo que dicho sujeto quedó perdidamente enamorado, por lo que busca revivir y hacer vigente cada una y toda aquella ensarta de estupideces y sus adversas consecuencias para la lucha revolucionaria y popular.

De ahí que dicho autor se haya ganado merecidamente el premio para ser llamado Cagliostro Aguasvivas.

Omitiendo escandalosamente las peculiaridades del movimiento histórico aquel, el Cagliostro Aguasvivas intenta pasar de contrabando un mamotreto noveloso como valioso documento supuestamente histórico. ¿No constituye este prodigio una estafa?

Historia sin condiciones históricas, que es lo mismo que una tripa vacía, o bien novela que no es literatura, todo lo que da como desenlace un Cagliostro, un rufián farsante, aventurero y alquimista en pleno siglo XXI.

Para el año 1969 los bandoleros MPD, en rol dizque de revolucionarios, lidereados por Maximiliano Gómez y sus compinches están casi todos presos o muertos, si no convertidos en agentes de los Servicios Secretos, pues, ¿quién asegura que Moisés Blanco Genao, un Fafa Taveras o un Chaljub Mejía, por ejemplo, hoy convictos y confesos agentes contrarrevolucionarios pagados, se vinieron a enrolar como agentes del Servicio Secreto e informante de la CIA años después? Sin embargo, el Cagliostro celebra las elucubraciones y embarres del cabecilla de esos rufianes, llamado Maximiliano Gómez, como “genialidades”. Una política correcta, enseñan los maestros del marxismo-leninismo, conduce siempre a la expansión y preservación de las fuerzas revolucionarias y a evitar fracasos innecesarios al movimiento. Pero he aquí, que según el afectado Cagliostro Aguasvivas, las genialidades de los revolucionarios son aquellas posturas suyas que conllevan al descalabro del movimiento y a favorecer a la reacción, así como al triunfo de la contrarrevolución, a la vez que a enriquecer a otros aventureros que, desde el negocio de la prensa amarilla, se dedican a especular con las aventuras de los rufianes del bandolerismo autotitulado “revolucionario”. Recuérdese que fue desde la Primera Página de El Nacional que, fotografiados a 8 columnas, aparecen Maximiliano Gómez y Otto Morales declarando en 1969 la “insurrección” contra Balaguer desde la que fuera la biblioteca y residencia de Ortega Frier en la calle Luperón No. 4, próximo a la Isabel la Católica.

Extraña y sorprendente lógica la de este siniestro personaje.

¿Para quién trabaja Cagliostro Aguasvivas?, es una pregunta obligada.

Marx y Engels ya nos advertían en su obra conjunta “Las pretendidas escisiones en La Internacional”, que “ en toda nueva etapa histórica, los viejos errores reaparecen un instante”, y nosotros puntualizamos que esos errores reaparecen junto con nuevos apologistas y alabarderos que quieren engancharse o que buscan preservar sus sueldos en los servicios secretos y en los círculos contrarrevolucionarios.

-CONTINUARA-