La pobreza es generada por el desarrollo capitalista y el neoliberalismo

 

No cabe la menor duda de que la estrategia del capital financiero internacional, representado por el BID, el FMI o el Banco Mundial, junto a sus justificadores y apologistas, encabezados por la transnacional católica cristiana de los curas, obispos y monseñores, es matar al burro tan pronto este animal termina de sacarle el agua del pozo, o bien usar a los lacayos abyectos, tipo el gobernante de turno criollo, conforme a echar el gollejo al zafacón tan pronto le sacamos el jugo al limón.

Así y sólo de esta colorida forma puede describirse el espectáculo del Banco Mundial, secundado por el cardenal López Rodríguez, mayor general de las FF.AA., bajo el mando directo del Papa, sólo y únicamente, y la gerencia administrativa del negocio religioso mejor conocida como Episcopado de la Iglesia Católica, de que Rafael Hipólito Mejía no ha seguido una política que esté dirigida a detener la acentuación de la pobreza.

Debe saberse que Rafael Hipólito Mejía no es más que el burro puesto durante un año y medio a exprimir al pueblo en beneficio de los monopolios internacionales, la burguesía, los terratenientes y la Iglesia Católica.

Que Rafael Hipólito Mejía no ha aplicado ni inventado nada nuevo que no haya sido dictado y mandado por los más altos centros de estrategia del capitalismo mundial y el neoliberalismo, defendido y bautizado con todo tipo de artilugios, estratagemas y maña por los mañosos embaucadores supersticiosos y hechiceros de la Iglesia Católica.

La miseria y la pobreza de la mayoría debe saberse que son prohijadas en forma de proporción geométrica por el desarrollo capitalista.

Resulta una burla cruel que las gentes del Banco Mundial, conscientes de que es el capitalismo el causante de la miseria y de que el burro-tonto de Rafael Hipólito Mejía es su agente, se pongan en coro con el clan de la Iglesia Católica a hablar huevo de yegua de que Rafael Hipólito Mejía es el causante del acrecentamiento de la miseria. Se trata en verdad de engaños y farsas destinadas, tanto por el capital financiero internacional como de la Iglesia Católica, a buscar chivos expiatorios para ellos seguir viviendo del trabajo y el sudor ajenos.