CURA VIOLA EN SANTIAGO NIÑA DE 11 AÑOS

COMPLICIDAD ARZOBISPADO-FISCALIA SANTIAGO

Los curas, tal y como dijimos, son violadores de menores aquí, así como en otras partes

 

El cura Marino Gutiérrez, de la Diócesis de Santiago, ha sido acusado y apresado por violación y abuso sexual de una menor de apenas 11 años de edad.

La opinión pública del país debe mantenerse alerta y vigilante alrededor de la exigencia de que se ponga coto, esto es, fin, a la impunidad con que la Iglesia Católica y sus curas cometen todo tipo de acciones contra el país y la ciudadanía, amparados en el Concordato y el Vicariato Castrense, que le dan una posición tanto privilegiada como hegemónica en el Estado y sobre toda la vida social.

Los padres de la menor abusada concurrieron a la Fiscalía de Santiago de los Caballeros, hicieron la denuncia y formularon la querella contra el cura, sacerdote o diácono, como gusten llamarse estos demonios.

La prensa amarilla ha querido manipular el caso para acomodarlo a los intereses sacrosantos de la impunidad de la Iglesia Católica. Así, el periódico amarillo "Hoy" titula el caso: "Investigan a diácono en intento de estupro" (Sección B, Pág. 17, de fecha 27 de agosto del 2002).

No se trata de intento de estupro, sino de violación sexual en el más amplio significado del concepto violación sexual.

La Fiscalía de Santiago, que ya está bien amarrada con el caso del padre que mató a sus hijos y él mismo se suicidó, ahora parece estar inclinada a favorecer a ese monstruo ensotanado arguyendo que no hubo penetración, como si la penetración fuera o no el rasgo fundamental que tipifica la violación y el abuso sexuales.

La señora Sonia Suárez, que reside en la calle 13 # 15 del Barrio Buenos Aires, madre de la niña, ha presentado ante la opinión pública una pormenorizada información que narra que el cura secuestró a la infante, se la llevó a una finca campestre próximo al centro turístico Jaragua Hill, donde dispuso de la niña desde las 11 de la mañana hasta pasadas las 5 de la tarde, llevándola luego a su casa, a la casa de los padres, cerca de las 8 de la noche.

La niña dio a su vez la explicación de lo que el cura Marino Gutiérrez le obligó o la sedujo a hacer y a dejar que le hicieran, caricias, sexo oral, masturbación, etc.

El alegato de la Iglesia es de que como no hubo penetración sexual por parte del cura Marino Gutiérrez sobre su víctima, no cabe acusarlo de violación sexual a menor de edad o cosa por el estilo.

La semejanza y coincidencia de estos alegatos, que son alentados por la Fiscalía, y el alegato de la Policía en el caso de la violación sexual de que fue víctima la nombrada Elizabeth Martínez en el Palacio de la Policía Nacional, son extraordinarios.

Y nos gustaría que Rafael Hipólito Mejía, que se tomó la libertad de exaltar la disciplina común de Iglesia Católica y FF.AA. y P.N., ahora haga un ejercicio mental, que tan bien le asentaría, y trate de explicarse la común inclinación de los miembros de tan aparentemente disímiles instituciones, Iglesia y FF.AA. y P.N., que para nosotros, los marxista-leninistas, son exactamente idénticas, siempre y cuando se las estudie desde el ángulo de que ambas son el punto muerto de la producción, esto es, dos campos comunes al parasitismo improductivo en la sociedad.

 

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