Es la insolvencia y la bancarrota económica lo que impide al gobierno seguir tomando préstamos en el exterior

 

Para el ciudadano común y corriente surge la interrogante de si, efectivamente, Rafael Hipólito Mejía ha sido tocado por la virtud de la sensatez y el buen sentido común cuando se le ve hablando cháchara de poner freno a su alocada carrera de tomar préstamos a diestra y siniestra bajo la disparatosa asesoría del rufián neoliberal Andy Dauhajre y del mentiroso de oscura conducta Rafael Calderón, Secretario Técnico de la Presidencia.

Como bien dice el certero refrán popular: "Al perro huevero, aunque le quemen el ‘jocico’ sigue en lo suyo".

Y es el caso de que muy lejos se encuentra Rafael Hipólito Mejía del buen sentido y de la corrección de su errática línea.

Si Rafael Hipólito Mejía no sigue en la perniciosa alocada carrera de endeudamiento externo es, simple y llanamente, debido a que el suyo, en los actuales momentos, es nada menos y nada más que un gobierno, total y absolutamente insolvente, que no califica ante las agencias financieras internacionales para la obtención de más créditos o préstamos, o sea, de nuevos préstamos. Es ésta y no otra la razón verdadera por la cual lo vemos en su última pose de que, para que no sigan hablando, voy a dejar de seguir tomando cuartos prestados en el exterior.

El gobierno de Rafael Hipólito Mejía tiene una proporción exagerada de compromisos para pagos periódicos de la deuda externa y pagos del servicio por la misma deuda a la banca y agencias internacionales de financiamientos.

El monto del pago por los servicios de la deuda y el monto mismo de los abonos pendientes a la deuda, superan en muchas veces las entradas y recaudaciones fiscales del gobierno.

Como un manirroto, sus deudas son muchas veces superiores a la suma de sus fondos y de sus entradas; de ahí que siempre ande en rojo.

Así, hay que concluir que es por la insolvencia económico-financiera que Rafael Hipólito Mejía y su gobierno se ven forzados a abandonar, momentánea y circunstancialmente, la nociva práctica del alocado y atropellado endeudamiento externo.

 

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