El falso mito del Bosch progresista, revolucionario, honesto, antitrujillista rueda como trapo sucio

EN EL PRIMER ANIVERSARIO MUERTE BOSCH

Si no hubiere nacido, Balaguer y los yanquis lo hubieren creado

-Su Constitución del ’63 consagró, aunque se pretenda ocultar, la pena de muerte, copiando el texto de la Constitución de Trujillo del 1942-

 

Se ha cumplido el primer aniversario de la muerte del cabecilla principal del socialreformismo y artífice número 1 de las traiciones sistematizadas en contra de las aspiraciones del pueblo por la democracia y la libertad, por la independencia y la soberanía nacional de los últimos 42 años; se trata, pues del 1er. Aniversario de la muerte del traidor Juan Bosch.

Este, no cabe la menor duda alguna que fue un agente yanqui-balaguerista que laboró en todos los terrenos para favorecer los planes tanto de los EE.UU. como del tirano. Hasta el punto de que alguien, con ironía y sarcasmo, forjó la frase lapidaria de que si Bosch no hubiese existido, Balaguer lo hubiera creado.

Sin embargo, no cabe tampoco duda alguna de que, manipulando la opinión pública y distorsionando su papel, a la vez que contabilizando a favor de sus patrañas la ignorancia y el atraso de las masas populares, la prensa amarilla de los capitalistas y explotadores, los plumíferos y las recuas indiferenciadas de los politiqueros de todos los pelambres, han logrado hasta crear una imagen de Juan Bosch que lo pinta como un gran intelectual y como un dechado de virtudes ciudadanas y de entrañables y trascendentes aportes a la lucha por la democracia, los derechos ciudadanos y hasta por la liberación nacional y la emancipación social de la opresión y la explotación del pueblo dominicano.

Pero esa es una frágil y falsa imagen que no resiste el filo del bisturí crítico, sobre todo cuando esto responde a los intereses revolucionarios del marxismo-leninismo y del pueblo trabajador.

Toquemos, por ejemplo, su Constitución del 1963 que, dicho sea de paso, se ha presentado como el ejemplo de su grandeza democrática. Vayamos de inmediato a lo atinente al punto de la pena de muerte que, por cierto, unos espantapájaros y aves de mal agüero del Senado y de los diputados han estado sazonando.

El radioyente o el lector de ¡Despertar! debe saber que Juan Bosch incluyó en su célebre Constitución la pena de muerte, con el doble agravante de que la justificaba por motivos políticos, esto de un lado, y del otro, que lo hacía copiando textualmente con palabras, punto y coma, la forma como el dictador Rafael L. Trujillo Molina lo había hecho en la Constitución del 1942. Esto confirma su reconocida falta de originalidad, que tanto le caracterizó.

Los alabarderos de Bosch Gaviño son tan inescrupulosos que no se atreven a tocar ni a mencionar este punto crucial, que viene a corroborar y demostrar en forma fehaciente e irrefutable, que Juan Bosch no sólo fue el ideólogo, creador y partero, con su burdo espíritu de "artista" de la nefasta consigna de borrón y cuenta nueva, sino que su trujillismo no fue una actitud circunstancial y forzada cuando decía en el 1933 que sería Santo Domingo quien se honraría al llevar el nombre de Ciudad Trujillo, sino que esa expresión suya era reflejo sincero de su más honda convicción y devoción trujillista.

Pero asimismo este pasaje demuestra que su maridaje con el tirano alimaña y dictador Joaquín Balaguer no fue casual tampoco, sino que fue el resultado de su más consecuente trujillismo.

Estas pinceladas son pruebas objetivas de que razones abundan para que ni los peledeístas ni los boschistas extra partido PLD, ni los politiqueros, acepten el desafío de la ponderación libre y abierta en torno a ese funesto personaje que fue Juan Emilio Bosch y Gaviño.

El reto para la ponderación objetiva y contundente de su real papel no podrán sus apologistas rehuirlo eternamente como han estado haciendo.

Ahora veremos qué dice ese archi-traidor revisionista Narciso Isa Conde cuando, desnudándose en su carácter traidor, dijera que sólo la mezquindad podría criticar a Juan Bosch.

Estas pinceladas son quizás el número 5 de las 20 con que prometimos configurar el más exacto perfil de Juan Bosch como un auténtico archi-traidor e ignorante contumaz que como teórico fue un cero a la izquierda y de quien las intrigas fueron su único elemento.

 

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