El diálogo, sus tropiezos y la desconfianza generalizada en torno suyo ponen de relieve que los grupos políticos del sistema y la intrusa influencia de la Iglesia Católica están en plena crisis

 

Son los hechos que, estructurando el curso mismo del proceso histórico-social, están demostrando que la tal democracia participativa, que apadrinan los usurpadores de la sociedad civil, no es más que un adefesio resultante de la renovación o reedición del falangismo o fascismo eclesiástico, con la colaboración y concurso de los oportunistas pequeño burgueses, tipo el doble agente, Fidelio Despradel, que nunca fueron marxistas, y los renegados revisionistas tipo el archi-renegado y archi-traidor Narciso Isa Conde.

El llamado diálogo, que usado como método equivaldría a un intento de transición pacífica de la democracia manipulada por los monopolios y sus agentes directos a la ilusión de democracia participativa que se ha de instaurar dizque por el consenso, se está demostrando ahora mismo en los hechos que es sólo una farsa del que, necesariamente, los círculos tradicionales excluyen a las masas populares, en tanto dichos círculos alcanzan y pactan acuerdos onerosos entre sí, puesto que su finalidad no es otra que velar la lucha de clases entre explotados y explotadores.

Agripino Núñez, el empresario de cristo y sus organismos CIA-opusdeistas, como Participación Ciudadana y Finjus, sólo buscan un mejor aposicionamiento dentro del Estado, y particularmente dentro de la Junta Central Electoral.

Lo de la democracia participativa es un adefesio o espantapájaros contrarrevolucionario de los que tienen por objetivo doblegar al pueblo, empeñarse en que las clases explotadas y oprimidas no desarrollen su lucha de clase y presentar como omnipotentes e invencibles a los enemigos del pueblo.

Ese llamado diálogo es una engañifa de los clásicos partidos del sistema y de la Iglesia Católica.

La única forma que tiene el pueblo para enfrentar a sus enemigos es la lucha por sus derechos en forma directa y abierta, permanente y en todos los terrenos, sin delegar esa responsabilidad suya en nada ni en nadie.

 

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