La renuncia del onagro de la Procuraduría y los negros nubarrones que augura nuevo incumbente

 

La forzada renuncia del onagro del derecho que ocupaba el elevado cargo de Procurador General de la República, el renegado felón Virgilio Bello Rosa, refleja no sólo la frágil institucionalidad que impera en el orden del Poder Judicial, donde la Procuraduría General de la República, así como todas las demás instancias inferiores del Ministerio Público en el país, son apéndices directos de los detentadores de ocasión del Palacio Nacional, cuyos incumbentes tienen como rasgo distintivo esencial la distancia que guardan, como del sol a la tierra, de la moralidad exigida y reclamada por la sociedad y las buenas costumbres.

Esa renuncia, sus causas y motivos respectivos son el reflejo de una profunda crisis, al igual que es reflejo de esa crisis el nuevo nombramiento que recae sobre el nombrado Víctor Manuel Céspedes Martínez, que es un pájaro no sólo de un oscuro historial y de muy baja estatura intelectual, de insignificante constitución académica y aún peor trayectoria pública, pues su principal actividad es la de comerciante del mercado público de la terminal de la Avenida Duarte en la parte alta de la ciudad capital, quien viene a amarrar los días finales del desagraciado gobierno de Rafael Hipólito Mejía-PRD con las más condenables actividades reñidas con la moral pública que aplastan la sociedad dominicana.

Basta y sobra saber que Víctor Manuel Céspedes Martínez fue el consultor y orientador jurídico del gángster Roberto Santana en su paso como depredador de la Rectoría de la UASD y de esa alta casa de estudios.

Pero, ¿de dónde salió este sujeto llamado Víctor Manuel Céspedes Martínez? Digamos que es de los náufragos de los tantos núcleos seudo-comunistas de Fafa Taveras, llegó como sobreviviente a Nueva Cork, de donde regresaría como los Mon Molina, con dinero pero con una mayor ambición encima y con una corrupción cebada en actividades que se incluyen en la imaginativa expresión: traquetero.

De hecho Víctor Manuel Céspedes Martínez está comprometido no sólo con toda esa escandalosa gestión que avergüenza y llena de ignominia a la UASD, sino que además es un personaje clave en la complicidad, la desaparición y muerte de Narciso González (Narcisazo), hecho criminal del que es copartícipe el rectorado de Roberto Santana y sus colaboradores. Consciente de esto y como coartada se metió en la llamada "Comisión de la verdad".

Que la población no se engañe ante la información de que Víctor Manuel Céspedes Martínez ocupó el cargo de Director de la Escuela de Derecho de la UASD.

Pues esa Escuela, que teóricamente sería el equivalente a la Facultad de Ciencias Jurídicas del pasado, no pasa de ser exactamente un mercadito público sin nivel académico alguno, sólo correspondiente a una simple escuela más, dado el insignificante nivel del profesorado, salvo las muy contadísimas excepciones que corroboran la regla; la falta de integridad moral de esos profesores, su carácter esencialmente de iletrados culturalmente le da a dicha escuela el matiz de potrero de verdaderos onagros del Derecho.

En dicha escuela-mercado público, no se permite la disensión, no se toleran las discusiones de los temas docentes ni mucho menos el cuestionamiento, a la luz de las experiencias histórico-prácticas ni conforme a lo que auspicia al respecto el Estatuto Orgánico de la institución en torno a la libertad de cátedra, sobre las baratijas que esos maestros difunden sin ningún aval cultural e incursionando abiertamente en el analfabetismo -salvo, repetimos, los casos excepcionales a que ya hicimos referencia-.

Debe saberse que el cargo de Director de esa Escuela, en el caso de la UASD, no es expresión ni reflejo de un alto grado académico, sino de compromisos con la cualquerización del nivel académico de esa institución y la complicidad con la ruinosa y escandalosa impunidad de la que, dicho sea de paso, es fuente para todo el país, precisamente, la escuela de marras.

En ella impera como característica predominante que no hay textos oficiales para ninguna materia; los maestros en su gran mayoría no establecen los programas ni los libros de texto correspondientes para cada materia del pensum -que es como correspondería a todo grado universitario- (salvo las debidas excepciones).

Las clases, que deberían ser cátedras libres y por desgracia no lo son, se imparten mediante dictados de resúmenes que de los temas, acorde con su nivel, puede hacer cada maestro.

A raíz de la muerte del traidor Juan Bosch y Gaviño, al igual que con el tirano alimaña Joaquín Balaguer, no se permitió debate, sino que se impuso la unilateral ponderación del maestro, coartando de manera grosera e inquisitorial todo derecho y el libre ejercicio de la disensión, como fue el caso del nombrado maestro José Casado.

Aún más, es notorio, como se puede comprobar por ejemplo en la cátedra de Historia del Derecho en República Dominicana, el maestro elabora un resumen con el método propio de las escuelas primarias aplicado por los alumnos de sacar una frase de "x" párrafos, otras de cuatro o cinco párrafos más adelante, sin respetar orden lógico, puntuación ni nada en el curso del tema, ni en la coherencia y ni siquiera en las reglas más elementales de la gramática.

Otros, como los de la historia de las doctrinas políticas expresan formulaciones medalaganariamente arbitrarias y antojadizas y se amparan en la arbitrariedad, que campea por sus fueros, para imponer que eso es así por ser esa su verdad y que el otro -que es el estudiante- tiene el derecho a pensar y creer individualmente lo que quiera y en lo que quiera, y para fines de notas ese "insigne" maestro pone las calificaciones acorde con su nivel, el que ya hemos descrito, y san se acabó. Sin embargo, aquí vale hacer constar las excepciones, como es el caso del profesor Rolando Foriestieri que, por cierto, no corresponde a esta escuela, aunque imparte dicha materia a estudiantes de derecho, el nivel cultural de dicho profesor debemos reconocer que es admirable.

Hemos oído a ciertos comentaristas radiales hablar de que si Víctor Manuel Céspedes Martínez fue Director de la Escuela de Derecho de la UASD pues hay que creer que está preparado para el cargo de Procurador General de la República. Esa premisa es absolutamente falsa. Ese fulano no reúne los requisitos necesarios para el desempeño idóneo del cargo. Y que se sepa, el hábito no hace al monje.

Víctor Manuel Céspedes Martínez tenía, junto con otro profesor, durante el gobierno del PLD, un programa radial contra la corrupción. Y desde que Rafael Hipólito Mejía fue designado Presidente lo sacó del aire y pasó a trabajar con el muy pintoresco por su inescrupulosidad y correrías sobradamente elocuentes por sí mismas Guido Gómez Mazara. No habiendo renunciado del cargo de Director de la susodicha Escuela de Derecho de la UASD trabajaba con Guido Gómez Mazara en el Palacio Nacional. No se sabe si cobraba aún en la UASD o si en esta le acumulaban los sueldos. Esto está pendiente de investigar.

Fue designado ayudante del Procurador General de la República realmente como informante del Poder Ejecutivo y de Guido Gómez Mazara sobre lo que se movía dentro de la Procuraduría.

En la UASD y en la Escuela de Derecho hay montones de maestros que de tres horas por las que se les paga y por las que cobran apenas, si acaso, imparten 1 hora de docencia, 1 ½ horas y hasta ½ hora; habiendo firmado al bedel se escurren sigilosamente de las aulas.

Cualquier cosa es posible y probable en la UASD y en la Escuela de Derecho más ya que, por ejemplo, el sujeto que la UASD propuso para la Junta Central Electoral, que es Director de la Escuela, tiene como rasgo principal el encubrimiento, como parte de las pandillas de la Escuela, de tapar todas las faltas e incumplimientos del personal docente.

La ciudadanía debe saber la verdad de quiénes ocupan los cargos públicos y los intereses que sirven, así como de que charcas proceden esas criaturas. Mao Tse Tung con certeza nos dice: Por el pasado conoces el presente y por el pasado y el presente puedes prever el futuro.

 

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