SI ES CON FINES CIVILISTAS

Puede resultar viable incorporar ciudadanía servir control delincuencia tigueraje-robos-abusos y bandas

 

La nueva Jefatura de la Policía Nacional, que encabeza el general policial Pérez Sánchez, ha manifestado su disposición de recurrir a la creación de mecanismos coordinadores de la acción de los efectivos de esa institución con grupos de ciudadanos civiles, sobre todo en los barrios de la capital y el interior del país, y además con los policías municipales de los ayuntamientos, para contrarrestar el desbordamiento de la delincuencia barrial o famélica.

Esa propuesta puede resultar positiva y beneficiosa si se logra darle un carácter civilista a esa coordinación de esfuerzos para que la ciudadanía desenvuelva, sin el sobresalto y el pánico actuales, sus actividades ordinarias. No cabe duda que dentro del marco adecuado esto puede poner un freno a los antisociales.

Para ello lo primero de todo es que la Policía Nacional deponga el sello que esmeradamente le reimprimió a esa institución Pedro de Jesús Candelier y que intensificó el siniestro Marte Martínez, en maridaje con el Cardenal y otro general cura católico capellán de la Policía Nacional, un tal Marcano Santana o Santana Marcano, en fin, el general capellán policial, que acostumbra a arengar a los alistados y oficiales salientes y entrantes de la Academia de la Policía Nacional de Hatillo, San Cristóbal, sobre todo en los días de San Judas Tadeo, que es el santo patrón de esa institución, diciéndoles: Esa pistola y ese garrote, o sea, esa escopeta y esa macana que la Jefatura y dios Jesucristo les ha puesto en sus manos son para usarlas, y no vacilen en hacerlo, y si caen ciudadanos inocentes víctimas de un balazo o un escopetazo no se preocupen, que dios, San Pedro y Jesucristo, allá en los cielos, se encargarán de diferenciar a esos inocentes de los delincuentes muertos por obra de ustedes alistados y policías veteranos.

Si algo está claro y es de lo que hay que partir, es que el sistema estatal y jurídico imperante refleja, a su vez, un sistema o régimen económico-social que empuja con una fuerza incontrolable a la violencia bruta pues la realidad es que se trata de formaciones económicas capitalistas cada vez más excluyentes y explotadoras, con un sistema estatal y jurídico que sólo busca preservar y proteger los intereses y bienes de los capitalistas dueños de los medios de producción nativos y extranjeros (éstos casi siempre monopolios imperialistas), pero dejando en el desamparo completo a las grandes masas de la población que se han creído ingenuamente que el sistema les brindará y les garantizará, por medio de mecanismos civilizados acordes con el derecho, orden público y un clima de paz. En cambio, el sistema mismo entrega a estas masas ciudadanas a la acción delictiva de los antisociales.

Y a este régimen, en realidad, poco o nada le importa la suerte de la ciudadanía. Y esto es lo que se está comprobando con el desbordamiento incontrolado de la delincuencia famélica que se pretende ahora controlar con el ensayo de la fuerza conjunta cívico-policial, y que ante la gravedad de la delincuencia famélica resulta difícil rechazar de un todo.

Pero hay que tener cuidado de que se quiera por este medio comprometer a la ciudadanía deseosa de paz y orden público y convertirla en un amasijo de confidentes policiales con fines que nada tienen en común con el necesario y urgente control de la delincuencia famélica.

Y esto lo enfatizamos, puesto que no cabe la menor duda de que en la sociedad dominicana hay círculos y grupos muy bien organizados para empujar tanto a las actuaciones criminales a la misma Policía Nacional, como a crear un ambiente de propaganda favorable a la trasgresión de los derechos humanos de ciudadanos pacíficos que luchan por transformaciones de sus insoportables condiciones de supervivencia. Y todo el mundo sabe que esto es así.

Vamos pues, manos a la obra, que tal vez esto represente un impulso para que, empezando con una acción enérgica cívico-policial en la base, cese la impunidad de que goza la corrupción gubernamental y de los grandes potentados capitalistas privados criollos y extranjeros de arriba que pisotean todas las leyes, saqueando el Estado o estafando a la sociedad, labores delictivas éstas de las que no se excluyen los crímenes y hasta los asesinatos organizados.

 

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