DOCUMENTO DEL PARTIDO

CONCORDATO NIEGA DEMOCRACIA E IMPOSIBILITA ESTADO DERECHO

Que la Iglesia Católica-Vaticano saque sus garras, ventosas y tentáculos parasitarios, opresivos y oscurantistas del Estado y sus instituciones de la República

ESTE NO ES UN ESTADO TEOCRÁTICO SINO REPUBLICANO

 

Precisamente el 28 de Diciembre del año 2009 se cumple un nuevo aniversario, el número 47, del genocidio que ordenara la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y muy, demasiado cristiana, llevar a cabo a las FF.AA. y a la P.N., ya puestas bajo su tutela, control, manejo y fideicomiso a través del Vicariato Castrense (1958), conforme al ilegal, inconstitucional e ilegítimo Concordato del dictador sanguinario, Rafael Leonidas Trujillo Molina, con el genocida y desalmado traficante de vidas humanas Pío XII desde el 1954. La particularidad de la masacre-genocidio de Palma Sola (1962) es que no fue generalizado ni indiscriminado, sino reconcentrado sobre un solo y único sector compuesto por una masa de infelices, ignorantes, miserables por ser parte del extremo máximo de la pobreza, hambrientos y abandonados, amasijo de gente del campo o campesinos, pertenecientes a todos sus niveles propios a sus grupos de los estratos inferiores en la escala de la pobreza, efectuado en Palma Sola, ordenado para llevarse a cabo sin miramientos por la Iglesia Católica-Vaticano en las personas del monseñor trujillista Pérez Sánchez, del obispo architrujillista Beras, como del agente de la CIA y orientador de no pocos de los crímenes del dictador, Pepe O’Reilly de la Diócesis de La Maguana, que hacía mancuerna al servicio de los Estados Unidos con Pancho Panal, atrincherado éste como obispo en la Diócesis de La Vega, que a su vez, junto con los EE.UU., eran los que manejaban el Consejo de Estado cívico-reaccionario católico que duró del 1961 al 27 de Febrero del 1963.

La Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana, conforme su naturaleza criminal -lo que le viene de su carácter esclavista, que es invariable, cambian los tiempos pero no ella- había arribado a la conclusión de que había que sellar con un contundente baño de sangre aleccionador para todos, pero sólo escenificado sobre un sector de la población dominicana, una especie de foquismo reaccionario, su nueva condición de dueña absoluta de la República Dominicana y heredera testamentaria directa de la dictadura de Trujillo, que fue su gran obra maestra y quien le concediera, como si el país y la sociedad fueran un hato de ganado vacuno, equino y caprino suyo, la propiedad de éstos a la Iglesia Católica-Vaticano con el Concordato (1954), el Vicariato Castrense (1958) y el Patronato Nacional San Rafael, también del 1958; con el Vicariato recibió la Iglesia Católica-Vaticano la entrega en propiedad, hecho insólito, absurdo y catastrófico, de los órganos coercitivos y represivos del Estado Dominicano, como son las FF.AA., la P.N. y los distintos cuerpos de espionaje y su seguridad.

Pero la propiedad de una cosa se efectúa ejerciéndola; sobre los cuerpos represivos y coercitivos se verifica lanzándolos a llevar a cabo, esto es, lanzando esos órganos y medios de la coacción a efectuar matanzas y actos represivos ilegales, para así comprobar el grado de su obediencia y reconocimiento del nuevo amo-dueño que releva al anterior, que era el dictador Trujillo, y que después y desde entonces quedaran en manos de la Iglesia Católica-Vaticano.

El carácter de la masacre-genocidio de Palma Sola como acción criminal deliberada, fría y calculada, como son todas las cosas sagradas, santas y divinas, sin olvidar que todo a lo que se le atribuye cualquiera de esos supersticiosos rasgos posee inevitablemente carácter de hecho, persona o suceso sangriento criminal, en contra de la sociedad y la humanidad, es que sus autores intelectuales y diseñadores prácticos, guarecidos dentro de la Iglesia Católica-Vaticano, seleccionaron el 28 de Diciembre, que dentro de su santoral de la brujería católico-cristiana está asignado al llamado Día de los Santos Inocentes. Lo que no fue nada casual y posee toda una historia interna, capaz de aterrorizar a cualquier persona, de la que conocemos cada vez más sus pormenores y detalles.

No hay un solo rincón ni esfera de actividad del Estado Dominicano, por más insignificante que sea, que, en negación absoluta y total del carácter secular, laico y reflejo de la sociedad y la República, no esté subyugada su naturaleza republicana consagrada en la Constitución, de que es libre y soberano, cuyos órganos reciben su poder de la voluntad soberana del pueblo (Arts. 2 y 3), no tenga sobre él sus férulas opresivas usurpadoras, retardatarias, reaccionarias, sobre todo de parásito oscurantista, negador de la autodeterminación del pueblo, esencia de la democracia, por parte de lo que es el cártel del opio auto-designado como divino, sagrado y santo Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana, S. A. Y dicha situación se está volviendo simple y llanamente inaceptable e insoportable para la supervivencia misma de la República Quisqueyana.

No es otro, sino el resumen concentrado de toda esta oprobiosa realidad infame el caso de las cárceles, y en especial de las turbias actividades de los órganos carcelarios del Estado, que son sus recintos de reclusión, y muy especialmente los órganos de la Dirección de Prisiones, que a su vez están en coordinación y dependencia de la Procuraduría General de la República, de jueces y varios cuerpos policiales, es el retrato exacto, cabal, total y completo no sólo del peso voraz, como ave de carroña, de la Iglesia Católica-Vaticano como cártel parasitario y de la peor droga o estupefaciente conocido de la humanidad, cuya responsabilidad es de primer orden en el desastre, corrupción estatal y social, como en todos y cada uno de los períodos de regímenes criminales y carniceros, como el de la dictadura de Trujillo, cuyo régimen corporativista-tiránico fue obra sobre todo de la Iglesia Católica-Vaticano mussolinista hitleriana, igual que en la dictadura cívico-oligárquica católica saqueadora del Consejo de Estado, lo que se repite con el Triunvirato, prosiguen con el gobierno sanguinario y antinacional de San Isidro, presidido por el insaciable criminal Antonio Imbert Barreras, lo mismo que en la dictadura yanqui-balaguerista de los 12 años (1966-78), continuadas esas matanzas, tan católicas, con un paño con pasta por los deplorables inútiles y perversamente corrompidos del Perrodé (Guzmán primero, seguido del ladrón y genocida Salvador Jorge Blanco), como en los sucesivos desgobiernos del tirano alimaña del ’86 al ’96, y en una forma más cruda, directa e inocultable, en la escabechina de sangre y sesos humanos que ha venido produciendo, a lo largo y ancho del país, el disoluto y corrupto Leonel Antonio Reyna y los pálidos-pelegatos, discípulos indudables y fieles a su maestro Juan Emilio Bosch Gaviño, desde el 1996 hasta el 2010 con un saldo de cerca de 20 mil ciudadanos ejecutados extrajudicialmente por los escuadrones de la muerte de la P.N., cuyos Jefes actúan con garantía de impunidad absoluta que les otorga el mismo incumbente del Poder Ejecutivo, Leonel Antonio Reyna, que ocupa el lugar dentro de los órganos del Estado de la República Dominicana del primer responsable culpable de esta vesánica ola de asesinatos-fusilamientos ilegales e inconstitucionales, que sólo cabe ser definida como la actual campaña, reiniciada el 16 de agosto del 1996, de terrorismo de Estado y de los asesinatos de Estado.

La cuestión del sistema carcelario y de la situación de los ciudadanos reducidos a prisión, conforme a la precaria medida en que, en forma discriminatoria incluso, se aplican en el país y la sociedad las leyes vigentes con carácter marcadamente selectivo, dado el grado descomunal, que alcanza lo de lo inconmensurable, la impunidad y los privilegios que, al igual que como sucede con la corrupción estatal y social, tiene como fuente principal a la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana, siempre ha sido vista por ésta como una de sus más fértiles y factibles áreas de negocios y enriquecimiento suyo, lo que, con el neoliberalismo y la privatización, se ha relanzado, conforme la reingeniería de la lógica imperio-capitalista y su férreo maridaje espurio con la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana, como se ve en Honduras, como se palpa en las campañas de genocidios con las nuevas cruzadas del mundo imperialista comandado por el ave de rapiña imperial y su bandera de las barras y las estrellas; y de este modo, la cuestión del sistema carcelario y de los ciudadanos reducidos a prisión ha sido colocada en la mira como un asunto prioritario de los negocios y empresas financieras de la Iglesia Católica-Vaticano, y en particular de su voraz e insaciable en su desorbitada ambición parasitaria, lo que en su caso y en su dimensión deja de ser un pecado capital del alias Cardenal métesentodo, acapáralo todo, ambiciónalo todo, sátiro hedonista y concupiscente Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez (igual que ocurre con los millones de dólares del narcotráfico que dejan de ser "malditos" y "sangrientos" cuando son colocados en manos de los obispos y cardenales católicos, como ya autoconfesaron los de México, a través de su vocero Norberto Rivera), por lo que hace tiempo el alias Cardenal ordenó se llevara a cabo, a manera de estudio de factibilidad o marketing, un resumen del cual fue, con fines propagandísticos, difundido a través de "Clave" por medio de Fausto Rosario Adames, agente colaborador de la CIA y activo del Opus Dei, formado bajo las faldas del obispo Camilo de Radio Santa María y a través de la muy calificada dirección-profesoral en ese oficio infame del espionaje de la CIA del fenecido agente contratista de la CIA, Sacha Volman, y brazo derecho éste del espía pagado por ésta, el honorabilísimo y eminentísimo agente Juan Emilio Bosch Gaviño, en la Escuela de la CIA de Costa Rica, a todo lo que sus cínicos discípulos pelegatos denominan ejemplo ético de su profesor.

Además Fausto Rosario Adames es miembro del grupo opusdeista y confesional "Uno + Uno" que encabeza Juan Bolívar Díaz Santana, asalariado del magnate del Opus Dei, el español franquista falangista Pepín Corripio.

Todo aquello culminó en que el alias Cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez formó una corporación carcelaria dándole el nombre de Patronato Penitenciario (Pastoral), a cuya formal inauguración vino el muy afamado mafioso cardenalicio Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga (cabecilla Opus Dei de Honduras y coordinador con la CIA del Golpe de Estado contra Zelaya, y llevada al Poder de leoneletti pinocheletti -Micheletti-) quien a su vez vino acompañado de un enviado de Rumsfeld, gerente general de los laboratorios de fármacos de George W. Bush y familia, en particular siquiátricos para traumas y catástrofes, como para dejar las huellas inevitables que los criminales, según preconizan las ciencias forenses, no pueden evitar esparcir, como testimonios de sus depredaciones y sus aberraciones.

Ahora vuelve Fausto Rosario Adames, y al tiempo que reivindica su infame hazaña desplegada como miserable mercenario del Opus Dei, de la CIA y "Uno + Uno" en el pasado, respecto al asunto carcelario, así como en su condición de servidor adocenado del peje del mismo jaez, Abraham Hazoury y su mafia diciendo: "Un reportaje de Clave desnudó el viejo esquema carcelario. Hay que dar impulso al modelo nuevo" desde su condición de agente-director de Clave Semanal; vuelve a las andadas como parte del programa de la Iglesia Católica-Vaticano, y en particular de los programas financieros del alias Cardenal del patio de marras, y hablando por boca de ganso, o sea, como cotorra repetidora de sus conocidos mandos tras bastidores titula: "Cambiar el sistema carcelario", el jueves 19 de noviembre del 2009.

Y allí se dice escandalizado por el sistema penitenciario, aunque se esmera en ocultar la mano de la Iglesia Católica-Vaticano, y menciona hasta el crimen del incendio de la Cárcel de Higüey en la que murieron cerca de 300 presos, y vuelve aquí a ocultar que los responsables de ese hecho criminal son el alias obispo católico Benito de la Rosa Carpio, el otro alias obispo Nicanor Peña Rodríguez y Núñez, y con ello toda la Iglesia Católica, así como los otros encumbrados personajes vinculados a la Iglesia Católica-Vaticano y al Opus Dei que operan en el área financiera del país como banqueros hasta altagracianos, y cuyo objetivo en ese caso fue silenciar testigos de los episodios aborrecibles de violación, prostitución, bestialización y comercialización de más de mil niños y niñas de 3 a 13 años de edad, durante años, mientras estaban internados en el Orfanato Casa Albergue San Francisco Javier de San Rafael de Yuma, que estaba bajo la dirección y administración directas de la Diócesis de la Santa Virgen de La Altagracia. Todo lo que ha sido bendecido por el manto infame, de origen en extremo conocido, de la más escandalosa impunidad católica.

Otro hecho demasiado elocuente es el crimen-asesinato y la forma tan católico-cristiana, por la indolencia y crueldad extremas desplegadas, lo que es tan católico inquisitorial, en que, con impunidad y obsequiosidad, el Estado le otorga a la Iglesia Católica-Vaticano a través y por medio directamente de Benito de la Rosa Carpio y Nicanor Peña Rodríguez-Núñez, ambos obispos de depravación sexual muy conocida en la historia vernácula de la pedofilia predominante en la Iglesia Católica-sucursal del patio en este caso, del cura civil Rigoberto González Padial, como igualmente murieron uno por uno en curiosos accidentes, inexplicables e impunes, los testigos de aquel histórico episodio de las masivas violaciones, prostitución, bestialización y comercialización, en ejemplos de pedofilia sagrada, de más de mil niños y adolescentes en la Casa Albergue de Yuma, dirigida y administrada directamente por la Diócesis de su Virgencísima de la Alta-gracia, lo que ilustra la responsabilidad estelar de la ineptitud y el carácter inservible de las cárceles y el deplorable sistema carcelario imperante, al igual que del actual sistema de justicia y la Judicatura, que tiene a la cabeza una Suprema Corte desnaturalizada por jueces usurpadores, ilegales e inconstitucionales, como servidores de intereses extraños y contrapuestos a la República, como son los de la Iglesia Católica-Vaticano y los de los monopolios imperio-capitalistas.

La muerte del ciudadano Rolando Florián Féliz en la cárcel, en lo que fue una ejecución en un escenario prefabricado y deliberadamente fomentado, y en el que se destacan las manos de Leonel Antonio Reyna, del alias cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez y del sociópata Jefe de la P.N. Rafael Guillermo Guzmán Fermín, y que marcó el inicio de la nueva escalada de los crímenes de Estado y carcelarios, son otros tantos que, al hablar de las monstruosidades y barbaridades de las cárceles del Estado Dominicano, gente como Fausto Rosario Adames, Juan Bolívar Díaz Santana, Ana Mitila Lora, la Trueba, o la silenciada y siniestra opusdeista (¡y qué opusdeista!) Carmen Imbert Brugal, deberían tomar en cuenta que esas barbaridades y monstruosidades son creaciones de su Santísima Madre Iglesia Inquisidora parasitaria y sanguinaria como depravada. Todo lo sagrado, santo y divino posee carácter criminal, sanguinario, parasitario y de robo. ¡Qué verdad inconmensurable!

Una de las cosas más importantes a reivindicar y por la cual luchar es el respeto de la soberana condición de órganos del Estado de la República y de la sociedad que sustenta dicho Estado de las cárceles, tribunales, Judicatura y Procuraduría General de la República, al igual que de los hemiciclos legislativos, oficinas públicas de la administración del Estado, de los cuerpos castrenses y policiales, como de investigación, etc., y que, como tales, como parte del cuerpo del Estado de la República, no cabe, ni es lógico, ni honrado, ni decente, sino violatorio de los derechos democráticos y de la pluralidad real de ideologías, convicciones y preferencias políticas, como de creencias religiosas y no religiosas, que conforman el espectro social a todo lo largo y ancho de la República, se les impongan prácticas inquisitoriales, persecutorias, discriminatorias, supersticiosas, de hechicería vulgar y rastrera, de colocar crucifijos de un supuesto e imaginario dios, de absoluta imposibilidad de que existiera o pudiese llegar a existir, sino como leyenda o mitología a favor de la esclavitud y su sublimación como eterna, o un falaz hijo de dios, Jesucristo, o como sus imbéciles seguidores quieran llamarle, de harto comprobada inexistencia, como harto comprobado que dicha fábula fue creada por gente cándida, por la ignorancia más atroz de la más remota época de la barbarie en disolución y anterior a toda civilización, conocida como la Edad de Bronce, un crucifijo, como cosa de salvajes y primitivos habitantes de la era de las cavernas, y símbolo de la infamia al inicio de la civilización, como comprueba la historia y avala la antropología, presidiendo la labor de un tribunal de Justicia de un Estado moderno y de una sociedad que pretende estructurarse conforme a la razón y a la lógica, lo que, necesariamente, ahí mismo queda convertido en su contrario, como tribunal de injusticia, que niega la misma sociedad que dice representar, y que le delega el poder de juzgar, y lo que conlleva que en las cárceles se obligue y se le imponga, so pena de otras medidas materiales de torturas y coacción, tener que soportar el vejamen y atropello de la propia socavada autoestima de los reclusos mediante prédicas fanatizadas, cretinas y de orates, que deberían estar sometidos a un cepo para doblegarles sus locuras y alucinaciones, lo que hacen a través de imponerles rezos, oraciones, liturgias y rituales bastardos y depravados con sus prédicas absurdas, a las que pretenden, supersticiosamente, dar carácter de disposiciones divinas y con ello a los conflictos y procesos económico-sociales, políticos y de conciencia entre los hombres, prédicas que alienan, enajenan y asesinan, definitiva e irrevocablemente, de hecho, al ser humano recluido en prisión, del que la sociedad ha contraído el compromiso de reeducarlo en lo correcto y cultural como científicamente comprobado y comprobable, para que se pueda efectivamente reinsertar en la sociedad. Lo que hacen contra aquel, contra los reclusos, la Iglesia Católica-Vaticano y las autoridades indignas, abyectas y adocenadas en su infame envilecimiento, es actuar como sanguinarios inquisidores y aniquiladores de toda capacidad humana de discernimiento y confianza en sí mismo del recluso.

Es que ningún recinto del Estado puede ni debe ser ultrajado, como parte de la República, con semejantes acciones alucinógenas y de alucinaciones de ninguna confesión religiosa o iglesia, en particular de la Iglesia Católica-Vaticano.

La religión en general, como el perverso e infame cristianismo, más que cualquier otra religión, posee una naturaleza contrapuesta a la naturaleza y carácter de la sociedad humana a la que el hombre ha sido llevado a través del desarrollo y consiguiente evolución de las fuerzas productivas y las relaciones sociales económicas de producción, distribución y consumo de los bienes de consumo necesarios para la vida y de los mismos instrumentos de trabajo y producción para el inevitable como necesario desarrollo, y por lo que el hombre justamente es un animal social y racional.

El empeño de las religiones, y en particular del cristianismo católico vaticanista, en inmiscuirse y buscar que sean los medios mundanos y de la sociedad económico-social los que financien sus actividades, además de poner de relieve la propia falsedad intrínseca de las basuras y supersticiones religiosas, como su carácter parasitario y vividor, pone de realce la contradicción insalvable de que adolecen las viciosas religiones, en especial y particularmente la católico-vaticanista en República Dominicana, de que, aún vociferando supersticiones como la de que su reino no es de este mundo material, para su supervivencia dependen y tienen que sustentarse parasitariamente de los medios materiales y de los bienes que tan esforzada y trabajosamente se producen y crean en la sociedad secular, laica y seglar, o sea, laica y mundana, en contra de la que proclaman su existencia todas las religiones, pero por sobre todo esa infamia aborrecible de la canalla más abominable que es el cristianismo criminal, genocida y corrupto, en el que ocupan un papel preponderante la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica y Romana como las sectas protestantes desparramadas por el mundo, pero con centros de mandos en las superpotencias, sobre todo en EE.UU. y Alemania, de cuyos centros financieros dependen y a los que sirven.

Y es claro que en esta conspiración en contra de la libertad y los derechos del hombre, como en contra de la cultura y la ciencia, conjura que se despliega a favor del oscurantismo, las supersticiones y la labor inquisitorial-criminal, la siniestra labor de esa execrable institución, y todavía aún más, de la abominable religión católica, que encarna en las bestialidades de su depravado ambicioso alias su cardenal Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, se despliegan en forma deliberada y consciente en aras del subyugamiento de la población, como del carácter soberano del Estado y la anulación de todo ejercicio de la democracia por parte de la población, lo que, al efectuarse sobre un ser humano en estado de impotencia total, como es el de los prisioneros y reclusos que guardan prisión, adquiere el alcance y la naturaleza de las más burdas torturas medievales de que hizo acopio la maldita Iglesia Católica-Vaticano para, a través de la Inquisición y sus bestiales procedimientos de tortura y muerte, imponerse por el oscuro y patético período de la Edad Media, que es sinónimo de noche de pesadilla interminable bajo la dirección de la institución criminal llamada Iglesia Católica y el cristianismo, con sus papas o archi-hechiceros estafadores y farsantes a la cabeza.

La práctica que están llevando a cabo desde la Dirección General de Prisiones, con el matón y asesino Manuel de Jesús Pérez Sánchez a la cabeza, y quien, como Jefe policial por un año, en el período comprendido desde el 16 de agosto del 2004 hasta el 17 de agosto del 2005 carga con el asesinato, homicidio, tortura y lesiones permanentes de varios miles de ciudadanos dominicanos, y quien actúa en estrecha coordinación con el reconocido adicto a los estupefacientes y envilecido inescrupuloso, mercenario delator Roberto Santana y el general de horca y cuchillo de íntima vinculación con los cuerpos de asesinos del Opus Dei en el país, Juan Ramón De la Cruz Martínez, sujetos éstos que son y hacen pareja, es de imponer los lavados de cerebro religiosos en forma obligada a los recluidos y penalizados con sanciones que quedan a cargo del Tribunal de Ejecución de la Pena.

Por ejemplo, estos señores, cuyos nombres reiteramos y subrayamos, Manuel de Jesús Pérez Sánchez, y la pareja pareja Roberto Santana y Juan Ramón De la Cruz Martínez, General de Brigada de la P.N. e incondicional del alias Cardenal, como lo fue Roberto Santana del padre Quinn, del que fue pareja, puesto que es muy dado a tal ejercicio de tales cosas aberrantes, imponen, mediante oficio, que el charlista y la actividad que el departamento del Tribunal de la Ejecución de la Pena y sus jueces llevan a cabo el último lunes de cada año penalizado, sea presidido por el degenerado negro, alias el cura Jiménez Richardson, un moreno degradado en un nivel muy hondo, igual al que se requiere para que un negro, inevitablemente de ascendencia africana, y traído a este Continente como esclavo, por obra y gracia del cristianismo, el catolicismo y la Iglesia Católica-Vaticano, asuma la condición de cristiano, forzosa y obligatoriamente debe haber alcanzado los peores niveles de degradación en la práctica de la infamia religiosa católica, y esto es común para un depravado negro haitiano como Julio Martínez Pozo, que apela al sambenito del racismo cuando se destaca que Obama es un carnicero y canalla negro mercenariamente abyecto adocenado del genocidio de los blancos imperialistas sobre la humanidad y el mundo. Y es que le duele, puesto que está retratado de cuerpo entero en su ignominiosa condición de bastardo degenerado negro.

El carácter corrupto y amoral del cristianismo catolicista, que se patentiza en ser la fuente y antro del esclavismo material y espiritual, como de la opresión y la explotación del hombre por el hombre, de los crímenes y todo tipo de corrupción como de la discriminación real, se comprueba en República Dominicana hasta en la nociva y condenable práctica del uso del Estado de la República para el enriquecimiento y acumulación de patrimonio por parte de particulares que actúan como autoridades del Estado y así obtienen acceso a la administración de sus fondos, que son recursos de la sociedad y la población, los cuales desvían y roban para su peculio personal y particular.

El 18 de marzo del 2008 el mismo siniestro y pervertido despótico, el alias Cardenal, el llamado Nicolás de Jesús -Hildebrando Borgia- López Rodríguez, en forma descarada hizo unas arrogantes y desafiantes declaraciones que poseen el valor de la autoconfesión del delincuente que relevan los requerimientos de pruebas. Yo soy un corrupto que ha saqueado el Estado y me he enriquecido a costa del pueblo y por medio de la corrupción, es la síntesis y el significado de lo que, el 18 de marzo del 2008 declaró al país el alias Cardenal, a través de las páginas del órgano mediático de la prensa amarilla "Listín".

Y así declaró: Nadie en el país, ni el Estado, ni aún éste, junto con el sector privado de la iniciativa empresarial independiente, posee junto o por separado un patrimonio de universidades, institutos de estudios superiores, centros e institutos tecnológicos, de escuelas primarias, intermedias y superiores del bachillerato como la que tiene amasada la sucursal de la Iglesia Católica-Vaticano en este país, en el que desde el 1954, con el Concordato, la Iglesia Católica-Vaticano pasó a tener el control absoluto de todo lo concerniente a la administración y uso del Presupuesto Nacional de cada año para la educación, resultando harto evidente que es de esa precisa fuente y por medio del uso desaprensivo de dichas partidas presupuestales que ha obtenido dicho patrimonio, que es lo que se denomina la forma principal de la corrupción estatal, admitido incluso por el disoluto y corrupto Leonel Antonio Reyna, que es todo un especialista y experto en dicha práctica abominable.

De este cuadro, que recoge el panorama global de lo que es y ha sido la naturaleza y práctica de la Iglesia Católica-Vaticano, Apostólica, Romana y cristiana, resulta claro y harto concluyente que nada absolutamente nada puede enseñar como lecciones morales ya que es una usurpadora por idiosincrasia, como lo son la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo, a los que han contravenido las reglas de la sociedad y del Estado. Por ello es que se torna más perentorio como inminente la separación absoluta del Estado de la República de la Iglesia Católica y de toda confesión religiosa, levantándose un muro infranqueable, cuanto antes, entre ambas instituciones, de naturaleza y fines intrínsecamente contrapuestos. Esta es una de las tareas de la Constituyente, y de ahí el terror y el odio que por ésta manifiestan la Iglesia Católica-Vaticano y sus servidores adocenados.

El Estado de la República no debe negar la libertad religiosa ni de creencias a ningún ciudadano por cuanto es un derecho individual de cada hombre a creer en supercherías como a no creer en semejantes aberraciones; pero en cuanto a su ejercicio práctico, le ha de normar, clara y categóricamente, que no interfiera, ni la católica ni las protestantes o cualquier otra, en los asuntos de la vida del Estado y sus órganos republicanos, que sus creencias religiosas son un asunto individual.

Los ciudadanos que cumplen castigo de reclusión de la sociedad, y cuya responsabilidad cae en manos del Estado, individualmente, aún estando presos, tienen derecho, si así lo quieren, a la práctica de sus creencias religiosas, que es un asunto de derecho individual, como los ateos y no religiosos tienen el derecho de que se les respeten sus convicciones, que son asuntos de conciencia individual.

Pero el Estado falta a su propia naturaleza y degenera si se propone imponerles, aún a los reclusos, prácticas, ritos o prédicas de carácter religioso y confesional algunos, en contra de las íntimas convicciones del ciudadano recluido o que cumple sanciones de carácter judicial.

28 de Diciembre 2009

 

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