CELEBRAMOS EL 170 ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA GLORIOSA SEGUNDA INDEPENDENCIA NACIONAL

Rechazamos las burdas distorsiones de nuestra historia nacional que difunden los apócrifos historiadores anti-nacionales del patio bajo las órdenes de la retrógrada Iglesia Católica-Vaticano y la academia de historiografía de los oportunistas castristas cubanos encabezada por el tal Eusebio Leal

25-02-2014

 

Hemos arribado a un nuevo aniversario de la gloriosa y triunfante segunda independencia nacional, acaecida el 27 de Febrero del 1844.

Se trata así del 170 aniversario de la reivindicación, de parte de la nación dominicana, de haber constituido su Estado nacional libre, soberano e independiente; una vez que la primera independencia y proclamación de la fundación de la República Dominicana, con el nombre de Estado Independiente de Haití Español, que se produjo el primero de Diciembre del 1821, fue aplastada por la invasión militar, de intervención y ocupación, por parte de Haití, con una soldadesca de miles de miembros de su Ejército.

Los sectores que desde el seno de la Primera República se confabularon para que se produjera la intervención haitiana, y la consiguiente esclavización nacional de la República Dominicana, a fin de exculpación y minimizar su traición, se han dedicado, cínicamente, a llamar, a esa formal constitución de la República Dominicana, lo cual fue llevada a cabo por José Núñez de Cáceres, independencia efímera; propalando que ante la imposibilidad de llevar hacia delante la ambiciosa empresa nacional, el mismo Núñez de Cáceres, propalan los sectores antinacionales, habría accedido a pactar con el Estado expansionista y anexionista haitiano, encabezado por Boyer, y avenirse a una forma de fusión, impuesta con el convincente argumento, en extremo inteligente y muy racional, de la presencia de un contingente de aguerrida soldadesca haitiana de 12,000 efectivos; mientras que el incipiente y recién constituido Estado Dominicano, ni siquiera contaba con ejército alguno propio. Es indudable que es un cínico y sarcástico alegato lo de la persuasión, y voluntaria aceptación, por parte de Núñez de Cáceres, de fusionarse con el Haití despótico del boyerismo haitiano.

En realidad, fue la Iglesia Católica, como sucursal en la República, que recién había dejado de ser colonia española, de la trasnacional esclavista y oscurantista de la Iglesia Católica, Apostólica-Romana o el Papado, entonces representado por el alias papa Pío VII, a quien Napoleón había tenido preso desde el 1800 hasta el 1814 en las ergástulas de la temible Bastilla, en Francia, en la que había triunfado la contrarrevolución monárquico-clerical, la que, en la persona de su alias Arzobispo destacado aquí, el siniestro y reaccionario Arzobispo Valera, solicitó y demandó que los haitianos invadieran y subyugaran a la República Dominicana naciente, a fin de que fuera aplastada, como en efecto aconteció.

No obstante, la nación dominicana, sobre la que Núñez de Cáceres proclamó su Estado nacional independiente y libre, aunque pasó a ser una nación de libre a subyugada, de independiente a sometida o esclavizada, jamás dejó de existir con los componentes y elementos constitutivos de lo que es la formación histórica llamada nación; resultando un grave error de los haitianos expansionistas y hegemonistas como anexionistas, su autoengaño de que habían logrado borrar los límites territoriales incluso de la nación dominicana, como el sentimiento y el espíritu nacional, igual que la cultura nacional, vertebrada alrededor del mercado disgregado, que ya, para el 1790, daba claras e inequívocas señales de encaminarse a erigirse en un mercado nacional dominicano.

Subjetiva, pero no objetivamente, la territorialidad de la nación dominicana, cono su espíritu nacional, se había dicho que habían desaparecido; no obstante, las elecciones que, para el 1843 había organizado el movimiento de la reforma haitiana con fines de efectuar una Constituyente, demostraron que, para entonces, el espíritu nacional y los elementos constitutivos de la formación histórica, que es la nación dominicana, se habían robustecido, lo que se expresaba en el triunfo aplastante del elemento dominicano sobre el haitiano en las Juntas Gubernativas del lado dominicano de la isla, lo que fue motivo de alarma en el Poder haitiano en Puerto Príncipe.

Fue la nación, como formación material histórico-económica y social, con su expresión, en lo que se denomina espíritu o alma nacional, lo que, con su empuje arrollador, en tanto y en cuanto encarnan las corrientes progresivas de la historia, que en los países y pueblos oprimidos revisten las formas de tendencias hacia la libertad y a la autodeterminación, como a la soberanía y a la independencia nacionales; del mismo modo que nada puede impedir que los árboles tiendan inexorablemente hacia la luz del sol.

Ahora que, de nuevo, la historia universal impone un giro y, en esta nueva disyuntiva coyuntural, de una enorme trascendencia, quizás como nunca antes, estamos colocados ante el dilema de capitular o proseguir hacia delante la empresa histórica que se inició cuando nos constituimos, en el curso de los siglos, culminando a finales del siglo XVIII y a inicios de los años del siglo XIX, en una nación ya conformada; aun y cuando carecíamos de Estado nacional, soberano e independiente; esto es, que aún siendo nación, nacimos como nación subyugada y esclavizada por España y por Francia, además de los reclamos antihistóricos e ilegítimos de las tribus y sus hordas haitianas de reivindicar la herencia, el derecho a heredar la esclavización sobre la formación histórica que, con el idioma español como su lengua, ya para el 1800 tenía 3 siglos de colonia esclavizada por España y desde el 1795 por Francia, por el Tratado de repartición colonial de Basilea de dicho año, que, al parecer, resultó históricamente traumático y desquiciante para los cabecillas de las tribus africanas establecidas por Francia, como sus esclavos, en la parte occidental de la isla.

Se han querido instituir, como un derecho legítimo, las manipulaciones y falsificaciones de la historia y sus pormenores. De este modo, se ha proclamado, por parte de las clases explotadoras y opresoras, tanto del capitalismo y del imperialismo, como por parte de los remanentes del régimen feudal, del viejo colonialismo y de sus horrores de la esclavitud y genocidios, exterminadores hasta de una raza, como la aborigen, y gran parte de la raza negra traída en condición de esclava desde el Africa, que lo más importante de la historia no son sus hechos, si no quiénes los escriben, que son los mismos representantes suyos.

Tanto sarcasmo y cinismo sólo se puede encontrar en el seno del cristianismo y de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana en particular, pero de manera muy especial en esos aborrecibles especimenes de la fauna de los jesuitas, de la orden de Jesús, creada por iniciativa de un nieto de Rodrigo Borgia, el alias Papa Alejandro VI, y colocada en manos de un sociópata y sicópata, sadomasoquista y animal carroñero, como carroña él mismo, llamado Ignacio de Loyola.

Así, la historia dominicana la han escrito, manipulado y tergiversado la Iglesia Católica y los jesuitas; por ello, lo que hemos tenido es un producto caricaturizado de la historia nacional; a lo que han contribuido los viles mercenarios y canallas depredadores haitianos; que, como nos proponemos demostrar, no por casualidad cuentan con el respaldo, el aliciente y el estímulo de esos aberrados tránsfugas y oportunistas renegados revisionistas cubanos castro-guevaristas y su podrida e infecto-contagiosa escuela de historiografía manipulada, al parecer con Eusebio Leal a la cabeza, luego de prolongadas correrías en la materia de una Marta Harnecker, de la claque oportunista del Partido Socialista de Chile y de Allende.

Cualquier persona que lleve a cabo una investigación del contenido y manipulación, sucia y asquerosa, de la escuela de historiografía cubano-castro-guevarista, se encontrará (y de lo que es perfectamente exponente cualquier profesional cubano o ciudadano de dicho país, que andan aventurando en nuestro país, en cada cubano, como en cada producto humano de procedencia dominicana salido de esa fábrica cubana de manipuladores de la historia) que, obsesivamente, lo único que enseñan es la monstruosa mentira de que República Dominicana sólo existe para causar males y daños a los haitianos y a Haití.

 

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