El aberrado sifrino Raúl Castro se empantana en su política injerencista de vulgar mercenario de las potencias recolonizadoras y se desboca contra el derecho soberano de la República Dominicana a su autodeterminación

Así le traza pautas a sus socios del centro de exportación de drogas que constituye el régimen chavista con su burguesía burocrático militarizada

Ha quedado al desnudo la estrategia expansionista y hegemonista de los haitianos y su sueño ancestral de anexarse a nuestra patria con las preciosas confesiones de Edwin Paraison

15-01-2014

 

En el revelador discurso del muchacho de 84 años de edad, representativo del novedoso régimen que perdura en Cuba, llamado Raúl Castro, confeso y reconocido maricón, al igual que su hija, Mariela Castro Espín, que es la adalid del lesbianismo y de cuantas aberraciones colindantes con esta matriz se reproducen  en el campo de esa aberración, el sifrino resalto que, por las venas de los cubanos de Oriente corre sangre haitiana y que, por ello, su gobierno ni el pueblo cubano van a olvidar al pueblo haitiano.

Esas expresiones, puestas de relieve por el sifrino de marras, con su voz de dudosa hombría -esto para los que no saben la rata inmunda que en realidad es-, las pronunciadas para ser insertadas en el contexto del escándalo de los grupos de los estamentos de Poder haitiano que, dando como pan comido la toma, por su parte, de la República Dominicana, con la culminación de su estrategia de la invasión y penetración sostenida y con el ropaje de pacificas, que, como confirmara Edwin Paraison, ministro de la iglesia episcopal inglesa, así como miembro del grupo Zile, estrategia que vino a sustituir la de las agresiones e intervenciones militares, en las que las soldadescas bestiales haitianas aplicaban la política de tierra arrasada contra los dominicanos, a los que exterminaban, y la destrucción de sus bienes como añadidura, emulando la política y la consigna de Atila, de que, por donde pasaban los haitianos, jamás crece ni la hierba.

Pero, es el caso que, a pesar de las potencias recolonizadoras imperialistas, norteamericana y de la Unión Europea, más los rastreros y criminales depredadores canadienses, así como la parasitaria, atalaya del esclavismo, de los genocidios y de los exterminios, como de las aberraciones contra-natura, del oscurantismo y de las supersticiones, que son la Iglesia Católica-Vaticano y el cristianismo, con el respaldo, como siempre ha sucedido, de parte de las sectas protestantes y evangélicas, a todo cuanto significa infamia e ignominia, llevadas a cabo o contempladas con fines de arremeter contra la soberanía de los pueblos y naciones, como de la humanidad, que transita por los senderos de la igualdad, la libertad y la independencia nacional.

No obstante que las adocenadas y amaneradas, como por igual prostituidas élites haitianas, depositarias del despotismo absolutista haitiano, como su inveterado y recalcitrante espíritu anexionista, expansionista y hegemonista haitiano, en reminiscencia y herencia del espíritu zulú de los haitianos, como Toussaint, Dessalines, Cristóbal, Petión, Boyer, Hérard, Geffrard, Souloque, y esa interminable legión de bestias sanguinarias haitianas, les habían forjado la falsa ilusión de que, por fin, sería realizado el sueño ancestral haitiano de engullirse a la República Dominicana, destruir el orgullo nacional y libertario dominicano, por lo que, como hemos dicho, la cuestión pintaba a pan comido, sobre todo por cuanto, el régimen chavista -ahora continuado por el torimulo Maburro Maduro- tenía dominio y control, a través de Petrocaribe, de la voluntad independentista y libertaria, como de soberanía nacional y autodeterminación, de los dominicanos y su República.

Lo mismo que ese régimen de dudosa naturaleza, que se precipita en caída libre, como un narco-régimen y narco-Estado proxeneta, que sirve de base de operaciones a la narco-producción colombiana, y para lo cual son alineadas las Fuerzas Armadas Bolivarianas de Venezuela; donde se dice que los cargamentos masivos de miles y miles de kilogramos de cocaína pura, con que se invade a  República Dominicana y desde hace más de una década a Haití, convertido en narco-territorio, pasa desde Colombia por Venezuela, país este último en que esos cargamentos de cocaína y marihuana son transportados en los tanques de guerra del Ejército bolivariano, así como en las embarcaciones de su Armada; colocados dichos cargamentos en los lugares de envío, y de estos hacia la República Dominicana con destino a Europa, vía España, como a los Estados unidos, vía Miami, desde Haití, y a Puerto Rico desde República Dominicana.

Ello puede explicar, por qué, las autoridades venezolanas no llevan a cabo esfuerzos ni actividades de cobro de la deuda de Petrocaribe. No es solidaridad, sino algo más, lo cual ahora mismo se aprecia con claridad. A lo que han contribuido, de manera muy importante, las palabras bastante imprudentes del torimulo Maburro Maduro, de que, el que se meta con el pueblo haitiano, se metió con el pueblo venezolano, pronunciadas con adelanto a las reuniones entre República Dominicana y Haití que, para ese momento acababan de ser anunciadas.

A las que se suman las del sifrino, Raúl Castro, de lo de que, por las venas de los habitantes de Santiago de Cuba, corre sangre haitiana, y por ello los cubanos no dejarán solos al pueblo haitiano ni al gobierno haitiano del crápula Martelly, así como de las zánganas élites haitianas opresoras y explotadoras de las masas haitianas.

Los cubanos son los que, desde hace cerca de 40 años, vienen con el sonsonete de la identidad histórico-cultural de los haitianos y los dominicanos, con supuestamente exclusivas raíces africanas; y de lo que, extrañamente, se autoexcluyen los cubanos. Como omiten que República Dominicana y su pueblo quisqueyano, desde hace varios siglos, sólo tiene por lengua predominante, y casi totalmente exclusiva, el idioma español o castellano, que es su idioma oficial; cosa que no ocurre con Haití y los haitianos, cuya fragmentación interna empieza y se materializa en que carecen, como comunidad única, de un idioma propiamente dicho, en tanto y en cuanto, en dicho conglomerado se han podido clasificar, cuando menos 20 dialectos diferentes de patoi o creole, por lo que dos haitianos de regiones de Haití diferentes entre sí, apenas se pueden comunicar mediante un diálogo.

Los cubanos castro-guevaristas, del renegado revisionista y ultra-traidor Fidel Castro, como de su hermano, el sifrino, que para los que no saben qué significa esta palabra, cabe decir que su significado es el mismo que maricón en el argot de sus socios de Venezuela, por ser persona que sólo se está fijando en cómo viste y aparenta, conscientes de la estrategia de infiltraciones, conforme el plan de invasión pacífica de los haitianos, diseñado poco después del éxito de la Guerra Restauradora, momentos en que la República Dominicana contaba con un ejército probado precisamente en la Guerra Restauradora y consciente de que su papel era la defensa de la independencia y la soberanía de la República Dominicana; pues, si en el 1856 se le había dado una verdadera pela de calzón quita’o a los haitianos, estos entendían que era el momento de cambiar de táctica y optar, no ya por los enfrentamientos militares de invasiones armadas, sino mediante la siembra de cepas en el territorio y suelo dominicanos que, con el tiempo, darían el fruto que los haitianos deseaban.

Como ya hemos dicho, el logro de su objetivo, las élites haitianas lo daban como pan comido. Sólo se lamían con fruición sus labios.

Y es así que la sentencia 168/13, del órgano superior de la Justicia dominicana, llamado Tribunal Constituciona, vino a hacer zozobrar la embarcación de los sueños e ilusiones que las masas de haitianos venían aceleradamente haciendo suyos.

Como el problema de la expansión haitiana es muy viejo y el de las plantones de cepas o siembra de haitianos, como lo confiesa Paraison, data de 150 años atrás, desde el momento de la Restauración y derrota de la anexión a España en 1865, en diversos momentos críticos el asunto en cuestión se ha vuelto agudo y explosivo. Que fue lo que motivó que, en 1929 se estableciera, que los hijos de los extranjeros, y de los haitianos en particular, considerados en tránsito, por cuanto no eran residentes legales en territorio dominicano, no tenían derecho a la nacionalidad dominicana, ni podían ser considerados dominicanos, sino haitianos, en el caso específico de nuestros más cercanos vecinos geográficamente, y distantes cultural, espiritual y nacionalmente, como se palpa ahora una vez más.

Los haitianos justifican su expansionismo, su innegable obsesión de anexión, en que, por el Tratado de Basilea, España cedió su colonia de Santo Domingo de la Isla La Hispaniola, establecida en la parte oriental de la Isla de Santo Domingo, a los franceses; con lo que ponen al desnudo su extraño complejo de creerse franceses, aún y cuando el pueblo haitiano no habla y a duras penas entendería el francés como idioma. ¿No es esto una suplantación, una usurpación y una falta congénita de identidad nacional original de los haitianos? Es claro que entendemos que es así y no de otra manera.

Pero además, está el hecho de que, en un delirio esquizofrénico paranoico de expansionismo, en lo que perfectamente están las raíces del reino imperial de Shaka Zulú, Dessalines, en su Constitución, aprobada en el 1806, proclama que Haití es el Imperio de Haití, y que se establece sobre toda la isla de Santo Domingo.

Ellos, los haitianos, tenían, como siguen teniéndola, una cultura de raíces africanas, y formas también africanas. Nosotros, los dominicanos, no somos iguales a los haitianos, nuestros vínculos con el componente Africano son más bien indirectos, como lo testifica el mulataje, o cruce de negros y blancos, predominante entre los dominicanos, a diferencia de Haití.

Pero en esa declaración contenida en la primera Constitución haitiana, está crudamente confesado, que los haitianos nunca han estado dispuestos a aceptar la realidad de que los dominicanos y la República Dominicana no somos ni los haitianos ni Haiti.

Pero el que así lo haya establecido el sanguinario déspota absolutista, con alucinaciones y delirios comprobados de Emperador, lo mismo que Cristóbal, y ni qué decir de Toussaint Louverture, en sus papeles que han dado en llamar constituciones, no quiere decir que tengan fundamentos lógicos ni en la realidad, esas alucinaciones, lo mismo que las alucinaciones y delirios de los cubanos y venezolanos chavistas de Maburro Maduro. Lo que de pronto nos trae a la memoria aquel simpático pasaje del Anti-Dürhing, en el que Federico Engels, con su genio de auténtica originalidad, combinando la ironía glacial con la sátira quemante, creaba esa pieza memorable del sarcasmo de que, por el hecho de atribuirle glándulas mamarias a un cepillo de pelo, de ropa, de zapatos o de higiene bucal, no por ello el cepillo se vuelve un mamífero.

 

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