MONSTRUOSO CRIMEN DE LESA PATRIA LA LEY DEL DAÑINO MEDINA DE OTORGARLE LA NACIONALIDAD DOMINICANA A LOS INVASORES HAITIANOS BUSCANDO DARLE EL TIRO DE GRACIA A LA NACION DOMINICANA

Las claques dirigenciales haitianas están desprovistas de toda sensibilidad social y sólo utilizan a sus hordas tribales como negocio a través de la migración logrando un 30% de su producto interno bruto por medio de remesas

Los oportunistas de la historiografía cubana quedan así expuestos en su profundo espíritu anti-dominicano y en su promoción del mercenarismo perverso de la supuesta intelectualidad haitiana

08-04-2014

 

El recurso delictivo y criminal, de la Ley de regalarle la nacionalidad a los haitianos, es el mayor crimen de lesa patria concebido contra la República Dominicana, a que recurre el gobiernucho Pálido pelegato boschista, del mediocre y huérfano de inteligencia, pero con inconmensurables instintos delictivos, Dañino Medina. Este desalmado presidentucho, cobarde y pusilánime, vulgar, rastrero, ladrón, entreguista, amoral, cuyo incumbente principal es un adicto enfermo a las riquezas mal habidas, a través de recibirlas provenientes de la corrupción entronizada en el Estado, y por la vía del chantaje y el soborno; a la vez, también, provenientes de los carteles de las drogas y del lavado, como es harto conocido que es la debilidad del Gángster Murmullo Dañino Medina; en cuya puta vida suya, nunca ha hecho ningún aporte a la sociedad ni al país; y lo que, en su vacua existencia de impensante, lo que pretende es disolver la nación dominicana y entregársela a los haitianos, para así satisfacer su entreguismo, y falta patológica de hombría de bien; que es lo que patentiza su condición intrínseca de Dañino; regalándole la nacionalidad a los 3 millones de haitianos ilegales, que las pandillas de las bandas haitianas, que se han hecho del Poder, organizan para invadir, a título de migración ilegal, a la República Dominicana. Lo que Edwin Paraison. hace poco confesó. cuando expresó que era una política oficial de lo que llaman su Estado haitiano; del que, agregó, está permanentemente pendiente de la suerte de su diáspora en el extranjero; o que tiene su migración ilegal como su gran negocio leonino.

Con esa ley especial de naturalización de los haitianos ilegales, que actúan como caballos de Troya contra la República Dominicana, el rufián presidentucho del patio, con su mediocridad asquerosa y vulgar, como bandera de su condición miserable de mendigo espiritual, intenta burlarse de la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional; que le ha dado una solución definitiva y concluyente, como conveniente, a la cuestión de la invasión masiva de haitianos.

Esas oscuras intenciones, inconstitucionales e ilegales, como arquetipo de su malhechora condición de traquetero, maniobrero y marrullero, son las primeras razones que emergen, y se manifiestan, para la ilegitimidad de sus perversos y depravados fines. Por lo que, al atentar contra el derecho a la existencia de la República Dominicana y del Estado dominicano, hace nula de todo derecho, a la pretendida ley-adefesio especial, de naturalización de haitianos ilegales.

En ese mismo artículo de Edwin Paraison, publicado en “El Día”, así como en la bocina pro-haitiana de la traición a la patria de acento.com, del agente de la CIA y de la Iglesia Católica-Vaticano, Fausto Rosario Adames, es que Paraison llega al extremo de la insolencia al afirmar, tanto lo de que el Poder del Estado haitiano tiene su sección especial en los asuntos de su diáspora, como que la República Dominicana es la culpable de la existencia masiva de haitianos ilegales, por cuanto son los funcionarios del Estado Dominicano quienes le otorgan la identificación falsa, y específicamente afirma: “irregularidades de las cuales son parte sus propios representantes en la emisión de actas de nacimiento”. Lo cual, aparte de que la haitianidad, en su caracterización de máxima primitividad, queda puesta de manifiesto en la expresión “irregularidades de las cuales son parte sus propios representantes”; lo que refleja que, según su visión, un funcionario del Estado es parte componente de la actividad que despliega; lo que sería creer que la sombra es parte de sujeto, o el nombre, si no un retrato, como se llega a creer en las comunidades más atrasadas en la historia; da a entender que, desde hace un largo tiempo atrás, los grupos dirigentes de las bandas haitianas están en coordinación estrecha con las perras y perrosdé, para darle documentación falsa a los haitianos; lo cual hacían desde la Junta Central Electoral y las oficialías civiles: y todo esto, en íntima y estrecha coordinación con la Iglesia Católica-Vaticano, los jesuitas, la CIA, la USAID y la Embajada americana en el país, como por igual hacían los de la Unión Europea.

Pero hay más. Como ya se ha dicho, el que algunos funcionarios del Estado Dominicano incurrieran en ese grave delito, ello no conlleva que el Estado Dominicano tenga que cargar con la responsabilidad de tal delito.

Y, particularmente, en el suministro y facilitamiento de documentación apócrifa e ilegal, para encubrimiento de la invasión haitiana a nuestro país, la República Dominicana, está involucrada la Iglesia Católica-Vaticano, y el Concordato, que la erige en parte del Estado; a pesar de tener doble naturaleza, contrapuestas ambas al Estado Dominicano, ya que la Iglesia Católica-Vaticano es parte del Estado extranjero Vaticano; y, además, la Iglesia Católica, es una entidad mágico-religiosa, incompatible con el Estado, que es un órgano civil.

Así, la Iglesia Católica-Vaticano se ha amparado en el Concordato, y la injerencia violatoria de la soberanía nacional, que el Concordato, hasta cierto punto, avala, para conspirar contra la existencia de la nación dominicana, y servir al expreso interés en atentar y destruir a la República Dominicana. Razones, todas, absolutamente consistentes como para que el Estado Dominicano renuncie y denuncie al Concordato.

Según es fácil percatarse, para los haitianos, las leyes, acuerdos, pactos, son meras letras muertas, cuando así lo entienden conveniente a sus aberraciones.

Mientras, en el Tratado del 1938, y en el modus operandi a que arribó el gobierno del dictador Trujillo con su par haitiano de entonces, en el 1939, cada uno de los Estados sería responsable, y debería indemnizar al otro, si sus poblaciones penetraban el territorio del otro Estado. No obstante, Edwin Paraison, que es un mercenario de la CIA y del imperialismo inglés, dice que los culpables de la invasión masiva de sus conciudadanos, de las tribus haitianas, a la República Dominicana, son los funcionarios del Estado Dominicano, y no ellos, los llamados dirigentes haitianos; que, como Edwin Paraison, forman grupos para avivar el recuerdo de supuestos crímenes de los dominicanos contra los haitianos; que han pretendido invadir, a título de hacerlo pacíficamente, a la República Dominicana. Tal es su grupo “Memoria del ‘37”.

Esos haitianos, como Martelly, Edwin Paraison y todas las claques tribales haitianas, son los que promueven, como su principal Producto Bruto Interno, la exportación de emigrantes haitianos, principalmente a la República Dominicana, como a cualquier parte del mundo.

Para noviembre del 2013, un sociólogo cubano llamado Haroldo Dilla, que llegó al país con las distorsiones y falsificaciones de los historiógrafos de la Academia de la Historia Cubana, como su percepción de Haití y contra la República Dominicana; resultó abatido por la monstruosa realidad que sus sabios profesores de Cuba no le tergiversaban, de lo que es Haití y son los haitianos. Tremendo trauma al constatar que son las mismas autoridades haitianas las que tienen montado el negocio de las emigraciones ilegales, sobre todo para la República Dominicana.

Haroldo Dilla, quien elaboró un estudio pagado por el antro pro-haitiano y anti-dominicano Centro Bonó, llegó a las dramáticas conclusiones de que los haitianos están abandonados por sus claques dirigenciales de sus gobiernos, y excluidos de todos los países del Caribe; y que los grupos, verdaderos jefes de bandas tribales, están concientes de que esa migración ilegal, o la diáspora haitiana, les aporta el 30% del Producto Interno Bruto de ese país, por medio del envío de remesas.

Y en su capítulo “Desde Haití el vacío político”, Haroldo Dilla sustenta que, a través de la historia, contrariamente a las tergiversaciones y elucubraciones desde la Academia de la Historia de Cuba y sus universidades, lo que ha caracterizado a los grupos dirigenciales del Estado haitiano, es su olímpica falta de sensibilidad social; lo que los lleva a tener como bandera: ¡Qué nos importa a nosotros el pueblo haitiano ni el país de Haití!

La población dominicana debe dar un paso al frente. Salirle y cerrarle el paso, como un solo hombre, al rufián cobarde, ladrón, pusilánime, traidor, entreguista, el malandro Dañino Medina; que gusta ante todo de las riquezas provenientes de la corrupción y saqueo del Estado, como hiciera del ’96 al 2000; y del narcotráfico, como lo hiciera con Quirino Paulino y su campaña electoral de ese año.

 

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