PERVERSA PARCIALIZACION DE VENEZOLANOS Y CUBANOS A FAVOR DEL EXPANSIONISMO HAITIANO A COSTA DE LA REPUBLICA DOMINICANA DEVELA UNA OCULTA ENVIDIA

Ni Venezuela ni Cuba tienen ese prolongado proceso, tan definido y caracterizado, de las vicisitudes de la nacionalidad y de la nación, que posee República Dominicana

05-02-2014

 

La identificación de las concepciones y prácticas de la entente neofascista, nacional-socialista (hitlerismo), de los mercenarios, oportunistas y renegados revisionistas archi-traidores de los castro-guevaristas cubanos y del cancerbero y descuartizador de guerrilleros de Venezuela, el coronel Hugo Chávez, y su sucesor, el degenerado y agente del aparato cubano, el vaca-mulo Maburro Maduro (que es el Manuel Antonio Noriega de Venezuela, en las mismas actividades que los yanquis emplearon como pretexto para su sanguinaria intervención militar en Panamá y la captura de Noriega por las tropas interventoras yanquis, para ser juzgado y condenado por los mismos tribunales del imperialismo yanqui en Norteamérica, para de ahí ser enviado como reo a Francia, para ser de nuevo procesado y, como una pelota vieja de jugar futbol, ser finalmente devuelto a Panamá, donde está convertido en un guiñapo, guardando prisión en una silla de ruedas), esto por un lado, con el bloque de la reacción mundial, del imperialismo yanqui, del de Europa, la Iglesia Católica-Vaticano, Canadá, Francia, Inglaterra, Italia, España, Alemania y Bélgica, y sus agencias financieras internacionales, como el FMI, el Banco Mundial y el  BID, portadores de la política de subyugamiento neo-colonial de dichos centros imperialistas y del neoliberalismo, con su globalización, enemigos jurados de la autodeterminación y la soberanía nacional y la independencia de las naciones, como contrarios, además, a los principios de no injerencia, no intervención ni anexionismo, que reclaman los países y pueblos soberanos, en ánimo de que, a cada uno se le permita ser dueño de sus respectivos destinos y configurarlos según su soberana y libérrima voluntad propia.

Ante Haití, el bloque de los neo-nacional-socialistas y neo-fascistas, que encabezan los del dúo Venezuela del Maburro Maduro y la Cuba canalla del oportunista, renegado y maricón Raúl Castro, ha aplicado y se ha atenido a la misma política de intervención, dominio, imposición y subyugamiento del segundo bloque imperialista y fascista, colonialista de la Unión Europea, el imperialismo yanqui y la parasitaria y cavernaria como degenerada y podrida Iglesia Católica-Vaticano. A Haití concurren ambos grupos; tienen montada allí una orgía de infamias e ignominias repugnante, nauseabunda y abominable, que gira alrededor de la destrucción de República Dominicana y su fusión con las hordas tribales de haitianos, que es un pueblo de ilotas y podrido, normado por los impulsos animales más bastardos, hijos de las peores bajas pasiones y los más repugnantes sucios instintos.

Este es el punto común donde se concitan y confunden, como un solo cuerpo, venezolanos, cubanos y otros, de un lado, y del otro, las potencias imperialistas, la norteamericana y las que componen la Unión Europea, como el Canadá, que es un país caracterizado por su falta de escrúpulos como por su olímpica orfandad de moral y pudor; y todos, bajo la bendición del antro oscurantista, supersticioso, parasitario, holgazán, esclavista y genocida, Iglesia Católica-Vaticano, baluarte de la degradación moral y de las peores aberraciones, que crean el mundo absoluto de la a-ética y la amoralidad total, cabal y completa.

No obstante que, teniendo tan adversas expectativas por delante, se llegue a pensar, que todo está perdido para la nación dominicana, y que, por fin, las hordas primitivas, cuasi salvajes de los haitianos y su despreciable haitianidad, lograrán su objetivo, fallido durante dos siglos y casi dos décadas; estamos convencidos de que la dominicanidad, la nacionalidad quisqueyana, el Estado Nacional Dominicano y anti-haitiano a rajatablas, saldrá nuevamente airoso y victorioso; una vez que, nunca como ahora, se ha convertido en un sentimiento y convicción nacional la defensa de la República Dominicana entre los dominicanos, que así reafirman su intransigente decisión de mantenernos diferenciados de los haitianos y de Haití, bajo el justo criterio de: ellos allá, o como gitanos apátridas por allá, y nosotros aquí, en la República Dominicana.

Nosotros en nuestros 48,442 km2, ocupando el territorio oriental o del Este de la isla, y ellos, los haitianos y Haití, del otro lado, ocupando la parte occidental u Oeste de la isla con su territorio correspondiente; que rechaza la falaz idea de que somos dos pueblos y dos naciones que ocupamos el mismo territorio de la isla de Santo Domingo.

Es que cada país, la nación dominicana, por un lado, y el Estado tribal haitiano, por el otro, tienen perfecta y claramente definido su propio territorio nacional de sus respectivos países.

La esperanza racional de que la República Dominicana no podrá ser vencida, descansa en que, extrañamente, tenemos una trayecto histórico recorrido que abarca del principio al final, de manera extensa y profunda, vivida cada una de las vicisitudes, situaciones y procesos para haber recorrido, con todas las contingencias y adversidades, el proceso de forjación de la nacionalidad, hasta haber llegado, después de exactamente 3 siglos, recorriendo en forma consecutiva el trayecto histórico para, ya en el 1790 al 1800, habernos definitivamente convertido en una nación que, como es natural, desde el 1800 empezó a sentir la necesidad de constituir un Estado nacional, con su independencia, soberanía y autodeterminación, que nos convertiría en un país libre e independiente.

Empezando de mayor a menor, y de la mayor afinidad, en cuanto a factores comunes, ni Venezuela ni Cuba, por un lado, tienen ese prolongado proceso, tan definido y caracterizado, de las vicisitudes de la nacionalidad y de la nación, que posee República Dominicana. Y es esto, indudablemente, una de las fuentes de nuestras irreconciliables contradicciones, por cuanto, tanto Venezuela, que es una nación relativamente mucho más poderosa que la República Dominicana, como Cuba, que aunque no tiene un Estado extranjero que le dispute la posesión de su territorio nacional, no deja de tener la Base Militar Estratégica de Guantánamo del imperialismo norteamericano enclavada en el corazón mismo del territorio cubano; y además, posee tan pobre, infeliz y raquítico proceso de formación nacional y de su nacionalidad, que, en estos aspectos, se asemeja mucho más a la historia de los haitianos y su Estado tribal, que a la historia y riquezas que encierra el proceso de la nacionalidad y forjación, hasta culminar en la nación y, de ésta, al Estado nacional independiente, que es República Dominicana; que adquiere su status formal, de primera fase, el primero de diciembre del 1821; pero que ya se había intentado, en la década del 1800 al 1810, por Sánchez Ramírez, por ejemplo; y siempre bajo la amenaza del anexionismo y su espada de Damocles sobre nuestra cabeza, del absolutismo despótico y mercenario, salvaje y primitivo, de las hordas haitianas y sus gobernantes.

No cabe duda, que aquí estamos ante el asunto que constituye la fuente de malquerencia y envidia culturales, históricas, sociales, de cubanos y venezolanos, pero, por sobre todo, de parte de los cubanos; ya que, en cuanto a promiscuidad y rechazo refractario de la civilización y la cultura, aunque pueda parecer mentira, Venezuela y los venezolanos se parecen y asemejan más a los haitianos, a Haití y a su idiosincrasia, de primitividad y aferramiento atávico al pasado ancestral de salvajismo, en último caso, que los dominicanos a los haitianos.

Es que Venezuela y los venezolanos han sido, para Colombia y los colombianos, un vertedero en el orden económico-social, étnico y demás; o sea, un Panamá, como lo han querido y escogido ser los haitianos y Haití con respecto a la República Dominicana y a los dominicanos. Ese atavismo, de econicho nacional no tan idóneo, de los venezolanos con respecto, por ejemplo a los colombianos, al parecer tiene muchas de sus raíces en que su libertador, en un momento, optó por residir en Colombia, ya que los perfiles de la venezolanidad, hasta cierto punto le aterraban y le desagradaban; lo que le llevó a fijar La Casa de Nariño, en Colombia, como la casa de su gobierno y, del mismo Simón Bolívar en particular. Entre paréntesis, ello nos recuerda lo ocurrido al momento de la toma de posesión del cura fascista Aristide como Presidente de Haití por primera vez; ocasión en que el entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Roberto Robaina, tras el cierre del evento, aceleradamente se dirigió al vehículo del vicepresidente dominicano, Jacinto Peynado, quien encabezó la delegación dominicana del gobierno balaguerista, y, sin pensarlo dos veces, se metió de cabeza en la parte trasera del carro de Jacinto Peynado, quien acababa de entrar en él, y acto seguido le dijo: Vicepresidente, me voy con usted, que aquí, en esta vaina, no me quedo yo.

Esto llega a gravitar a tal punto, que Venezuela es tal vez el único país donde, desde un principio, los dirigentes de su Partido Comunista -de lo cual pueden ser ejemplo los Rómulo Betancourt, los hermanos Machado, los Farías, los Pompeyo Marques, García Ponce y los actuales, como el recién fallecido Carreras, o el casi facineroso Figueras- han oscilado, como si fuesen el péndulo de un reloj que recorre los extremos de una línea recta describiendo un ángulo de 180°, o dos ángulos del 90° yuxtapuestsos y contrarios, para ser de agentes del imperialismo y de la CIA, o bonapartistas y bismarquistas, o aventureros, mercenarios, castrista-guevaristas, y hoy están estacionados entre estas dos últimas variables, de bonapartistas y bismarquistas, arrodillados ante la dictadura militar de la burguesía burocrática, o serviles y abyectos mercenarios de los aventureros y contumaces traidores castristas de Cuba.

La envidia histórica de los Castro y su retahíla de mercenarios y aventureros, oportunistas y renegados revisionistas, es lo que los lleva a erigirse en enaltecedores, desde su posición de apologistas, de las bestialidades del absolutismo despótico autoritario y genocida de las hordas del haitianismo y sus hienas, erigidas en sus cabecillas que, en el fondo, jamás dejaron de ser recalcitrantes esclavistas, como lo delatan las acciones incalificables de Toussaint Louverture, que invade la nación dominicana bajo el dominio de los procónsules (gobernadores) españoles, asumiendo la aplicación del Tratado colonialista de Basilea; y erigiéndose a sí mismo en representante de Francia, en un típico acto de usurpación y muestra de un complejo que lo llevaba a querer ser francés colonialista. Y por ello es que, tras invadir el territorio de la nación dominicana, entregado por España a Francia, pero no a los haitianos, buscando granjearse el reconocimiento de los verdugos colonialistas franceses, proclama que la isla de Santo Domingo es una e indivisible, como colonia; que reconoce a Francia como su amo metropolitano, o sea, su metrópoli; que la religión de la isla es la católica, cuando la Constitución francesa estaba de parte de ninguna religión oficial para el Estado; y que abolía la esclavitud (1801) que los amos franceses restablecen, con Ferrand, uno o dos años después; pero que eliminaba el minifundio o conuco, como la siembra particular de frutos y víveres menores, por cuanto la producción debía ser de latifundistas y para la metrópoli.

Todo lo que viene a ser ejemplo de la misma esclavitud, con ligeras variantes de formas, puesto que lo que imponía era un arquetipo de esclavitud nacional en lugar de la social; así como de que, para los haitianos, cubanos y venezolanos, desde siempre, no cuenta el significado del componente nacional.

Pero en Haití, cuando la bestia sanguinaria de Jean Jacques Dessalines proclama, junto a las demás hienas de dos patas haitianas, la independencia de ese Estado colonial tribal, lo que proclama es el Imperio de Haití y del Emperador Jacques I, que era él mismo en persona.

Y, consecuentemente con la tosca idiosincrasia haitiana, que recela de la cuestión nacional, por cuanto de verdad los haitianos nunca han aspirado a tal estadio o categoría histórico-social, con lo que reafirman su apego a su ancestral Africa; lo que marca un asunto de mucha importancia en el orden ideológico-cultural, ya que marca la diferencia de que, mientras los dominicanos, aunque se sepan, por ejemplo, descendientes del mono, y que una parte de sus ancestros proviene del Africa, que es tenida como la tierra de los monos, los dominicanos no le rendimos culto a todo eso, ni buscamos soldarnos y mantenernos atados a esos atavismos.

En tanto, de parte de los haitianos, venezolanos y cubanos, etc., sus tendencias a consolidar y regirse por esos ancestros y lejanos factores atávicos, son fuertes, y muy incentivados y estimulados por su ideología nacional-socialista y su fascismo, que les lleva a dormir el sueño de tener el dominio y desempeñar hegemonías regionales, como lo proclaman y reivindican, con todo descaro y franca como insolente desfachatez; y, del mismo corte y naturaleza que lo del imperialismo norteamericano y del de los países y grupo imperialista de la Unión Europea; como por igual lo hace el imperio de la depravación, la holgazanería, las aberraciones sexuales y la más absoluta amoralidad, que es la esclavista y parasitaria Iglesia Católica-Vaticano y todo el perverso cristianismo, incluyendo a ese ignominioso que se ubica en los terrenos excrementosos del protestantismo.

América para los norteamericanos, es el núcleo de la vieja doctrina imperialista yanqui, de uno de sus presidentes de apellido Monroe.

Ahora los cubanos y los chavistas, de Raúl, Fidel y del Maburro Maduro, reivindican que nada les importa, ni les va ni les viene, la soberanía nacional de la República Dominicana; que a ellos sólo les interesa resolver la cuestión domínico-haitiana tomando parte a favor de las hordas haitianas, porque así es como conviene a sus intereses de dominio y hegemonía regionales.

Más tarde o más temprano, los imperialistas yanquis se recordarán de lo de América para los norteamericanos, por cuanto todas las Américas son parte de su territorio de hegemonía y dominio, y le marcharán a Venezuela y a Cuba, y ya veremos lo que sucede entonces.

 

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