ANDRES L. MATEO Y LA CARMEN IMBERT UNIFICADOS EN SU SERVILISMO ANTE LA REACCION CLERICAL E IMPERIALISTA COMO EN SU DEPRAVACIÓN MORAL

Exaltan a la banda de aventureros anti-comunistas, mercenarios pagados por la CIA, de Amaury Germán Aristy y sus Palmeros en ejercicio de elaborar instancias negativas contra las verdades y categorías de la ciencia histórica

18-01-2018

 

Habría que conjugar las espurias naturalezas ignominiosas de Andrés L. Mateo, así, sin más, y de Carmen Imbert Brugal, para tener ante sí lo que es la encarnación misma de la abyección, resultante de la concurrencia en individuos particulares de las peores miserias humanas, los más bastardos instintos, la inescrupulosidad, patrimonio exclusivo de los más desalmados sujetos, portadores de la peor desvergüenza jamás pensada, como el más insólito descaro cínico.

Ambos, Andrés L. Mateo y Carmen Imbert Brugal, comparten todo cuanto los especifica y caracteriza como especímenes redomados, portadores de las más repugnantes miserias humanas.

Pero, sobre todo, hay que desatacar su pérfida naturaleza de insidiosos, de cínicos en su significado literal y etimológico, la que expresan y ponen de manifiesto encubriéndose en un entramado de fétido decadentismo ideológico y “existencial”, recubierto éste de una escabrosa supuesta erudición; que hasta en el ámbito de lo libresco, sería pasible de cuestionamiento, por cuanto sólo mueve a la suspicacia, la aprehensión, las sospechas sobre ellos, de que lo suyo es mimetismo y simulación histriónica, por lo insólito de sus unilateralidades, comprensión estrecha y afanes de vaporizar el significado material y concreto de los fenómenos, de los sucesos y hechos de la vida real, por medio de frases insidiosas, el empleo de recursos del cinismo y con fines de estigmatizar, llenando de escarnios, el blanco de sus aberradas mezquindades y animales aberraciones primitivas; no obstante cimbrearse en su presumida elevación intelectual, lo que no es obstáculo, ni mucho menos les impide, dar connotaciones tanto de su vil condición común de miserables mercenarios, de esclavos y siervos genuflexos acogotados con el yugo de sus aberradas inclinaciones personales, nacidas y fomentadas por ser parte de la homosexualidad, el lesbianismo y la pedofilia con que el cristianismo católico busca soldar y sellar las grietas de sus redes, hechas de aberraciones, buscando así que sean dichas depravaciones, antihumanas y contra natura, lo que sirva de sustento a su endeble unidad interna de ese amasijo inmundo de concupiscencia y lascivia sexual que predomina en el seno del cristianismo, pero, muy en particular, de la confesión y corporación monopolística que es el cartel del opio religioso de la Iglesia Católica-Vaticano, romana y cristiana, cuyos rasgos principales y más sobresalientes son su avaricia y ambición, su carácter intrínseco contra natura, como de asesinos practicantes, que han patentizado, desde hace 2,000 años, los crímenes masivos de lesa humanidad, las razias, persecuciones ideológicas, políticas y religiosas como de su exclusiva creación.

Carmen Imbert Brugal, si quiere ostentar en el campo o área de la moral social y la ética, lo primero que debería empezar por hacer es, y para esto ya es demasiado tarde, por lo de: ya no es hora de ablandar habichuelas; por tener una moral individual o personal transparente; o que, por lo menos, persiga ese fin; ya que, en su enajenación, es católica militante y opusdeista como mariana, como son todos los del hampa jesuita; que es de las que niega el carácter esencialmente social, cultural, secular e histórico del hombre; considerando a éste, según el absurdo, que no resiste el análisis lógico a la luz de cualquier rama de la ciencia histórica o natural, que es producto de la creación divina, del muñeco de la creación, a imagen y semejanza de su supuesto creador, conforme la vagabundería del génesis judaico; que, en su falta total de coherencia, y de ahí su absoluta inconsistencia, no puede resolver, explicando, la contradicción insoluble e insalvable, igual que ocurre con las llamadas ecuaciones irregulares en el álgebra, de que el supuesto dios-espíritu y creador, tuviera una imagen, lo que sólo es cualidad de objetos o relaciones materiales; y conforme a lo de lo inaceptable e incongruente de que, además de la imagen, el espíritu tuviese una fisonomía, que sigue siendo una cualidad propia de un fenómeno material concreto; o, empleado en lenguaje figurado, porque se trata de algo imaginado, a lo que se da atributo de real y de supuesta existencia; cuando ni es real, ni puede ser real ni mucho menos existente, como tampoco puede existir, sino como fruto y comprobación de que el sujeto que lo suscribe adolece de irreversible patología esquizofrénica de grado paranoico, que le empuja a alucinar y a tener alucinaciones; que, en el orden científico de la siquiatría pavloviana moderna de los reflejos condicionados, significa lo siguiente: Las alucinaciones, como fácilmente se puede encontrar hasta en un diccionario Larousse, patentizado por el negocio Iglesia Católica-Vaticano a escala mundial, es la percepción de un objeto, de una imagen o percepción de un supuesto estímulo externo inexistentes, que el sujeto concibe como real, y ahí se comprueba que sufre de esquizofrenia.

Basta y sobra tomar como escenario experimental, y comprobación de laboratorio, sus perversidades articuladas para este otro aniversario del 12 de Enero, de la culminación de las aventuras anarco-terroristas con que sus infelices protagonistas de los rufianes y pillos de Los Palmeros, pretendían desarticular la doctrina científica del desarrollo de la humanidad y de la revolución socialista, compendiada en sus leyes, modo y formas, en el materialismo histórico y el materialismo dialéctico; originalmente creado por Marx y Engels para ser desarrollado ulteriormente por Lenin, Stalin y Mao Tse Tung, fundamentalmente.

En el orden de la lucha contra las supersticiones medievales, compendiadas éstas por la oscurantista escolástica metafísica tomista, y colocadas en el terreno o campo de la política, las peregrinas aventuras del grupo de bandoleros anticomunistas de Los Palmeros no eran otra cosa que el intento fallido de la creación de una instancia negativa; al criterio de Francis Bacon y su Nuevo Organom, que son, como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, la búsqueda desesperada de un ejemplo práctico, excepcional, que le permita a los escépticos, defensores del atraso y todas las reminiscencias obsoletas medievales y reaccionarias, pretender, con dicho ejemplo o experiencia única, insólita y excepcional, refutar la validez de las leyes, que en cualquier rama del quehacer práctico y, por lo tanto, en cualquier esfera de actividad, haya sido estudiada por la ciencia y haya demostrado tener validez y ser correcta su aplicación, previendo de antemano los resultados a obtener.

Haciendo lo único que sabe hacer, además de su aberración contra natura, en su deformada inconducta, Carmen Imbert Brugal, en dicho artículo, que tituló “Ese 12 que atormenta”, se desparrama vertiendo insidias a diestra y siniestra, corroborando su intrínseco carácter aberrado de intrigante, hipócrita, pero, por igual, huérfana en grado superlativo de entereza, y cobardía en abundancia como de pusilanimidad, y sean dichos rasgos los más sobresalientes de Carmen Imbert Brugal; aunque, igual que con los rufianes anarco-terroristas aventureros, con los que se engaña a los jóvenes y a los niños, con lo de que esos cobardes mercenarios y ruines de Los Palmeros eran el símbolo de la valentía y del valor de la juventud; pero, que para el momento de su muerte ya estaban reclutados y enlistados en la nómina de gastos, en dólares, de la CIA, según testimonio de Claudio Caamaño Grullón, prácticamente el segundo hombre en importancia e incidencia dentro del caamañismo; lo que no es paja de coco ni cuento de camino.

Ciertamente que lo del 12 de Enero es angustioso y tormentoso, como dice Carmen Imbert Brugal.

Lo de, mercenariamente hacerse agente-espía de la CIA y del imperialismo norteamericano, por parte de Los Palmeros y sus apologistas y beneficiarios de sus atracos y asesinatos groseros y cobardes, no era nada de importancia ni mucho menos; puesto que, ¡paradoja de la vida!, al fin y al cabo se comprobaba que, en general, no era un fusil ni las balas los que define a un verdadero revolucionario, y mucho menos a un comunista; ya que, fusiles, cañones, tanques de guerra, granadas, bazucas, morteros y cuantas armas mortíferas y destructivas existen, son empleadas, como su principal y más importante instrumento, por la reacción y el imperialismo, con sus sabuesos y perros de presa; y, que se sepa, el enaltecimiento en el empleo de esas armas no los vuelven ni los hacen ser revolucionarios ni comunistas, sino que siguen siendo los mismos contrarrevolucionarios, los mismos reaccionarios y los mismos imperialistas.

Tanto Trujillo, como Franco de España, para que, tal vez, la figura sirva para refrescarle la memoria a sabandijas públicas y encubiertas como el Chino Bujosa, Nelson Ceballos; tránsfugas y sabandijas como Franklin Rancier, el basquetbolista y el depravado homosexual José Ernesto Oviedo Landestoy, como su titiritero Fidelio Despradel y sus actividades de corrupción ideológica anticomunista que desplegara, junto con Roberto Duvergé, envileciendo a esos jóvenes sin sólidas convicciones ni inquietudes de conocimiento de la teoría revolucionaria marxista-leninista, a quienes se les sedujo, sobornó y envileció; llevándolos a forjarse una mentalidad seguidista y espontaneísta, como criticara tan acertadamente Lenin en su “Qué Hacer?”, quienes sostenían que lo importante era la guerra y tirar tiros. Que pa’l carajo eso de de actividades de lucha política y de teoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung.

Sólo una canalla, haciendo de cotorra repetidora de cosas y asuntos cuyas intrincadas profundidades ignora, y hasta por su carácter trujillista-jesuita-mariano, como es la lesbiana sabandija movida por la lascivia infecunda y la concupiscencia infértil de sus aberraciones, se lanza, desnuda, y sin ni una hoja de parra que le cubra sus desvergüenzas, y se pone a hablar, cabalgando en el potro cerril (lobo) de la ignorancia; corroborando así, una vez más, que nada es más audaz que la ignorancia estólida y supina.

Porque, ni Amaury Germán, ni la Chuta (Leal Prandy), ni Ulises Cerón, como tampoco Virgilio Perdomo, nunca, desde diciembre del 1964, quisieron adoptar el camino realmente de los revolucionarios verdaderos; puesto que, conscientes y abiertamente, en debates públicos, terminaron descartando la clásica enseñanza de que: El que lucha un día, por un objetivo del movimiento revolucionario, es un revolucionario ocasional. El que lucha durante una década y persiste en la lucha es un buen revolucionario. Pero el que asume la lucha revolucionaria poniendo como su centro de actividad las masas, su conciencia ideológica y política de clase trabajadora, como en su organización, sin desmayo y de manera que mientras le reste un hálito de aliento persista en esa magna tarea, ese es un verdadero revolucionario; y no cualquier revolucionario, sino un verdadero y firme comunista de vanguardia.

Sobre todo, el fantoche y payaso Amaury Germán Aristy, en su obcecado y patológico individualismo egotista; lo que se pudiera explicar, sólo en parte, por su condición pequeño-burguesa; porque es harto conocido que su vanidad y petulancia en realidad nunca le permitieron diferenciar un burro de una vaca; su única ofuscación era la fama personal y su fantochería.

Y, consciente de que él mismo se había creado un cerco mortal, que cada vez se le hacía más y más estrecho; entrando en desesperación, le obsesionaba que, tal cual, en enero-febrero del 1965, con textos y consultas de los clásicos del marxismo-leninismo, nuestro dirigente, Luis -Pin- Montás, le advirtiera, que debía desistir del camino del aventurerismo y el anarquismo; que había que adherirse a la teoría y la práctica del marxismo-leninismo y del stalinismo; que había que echar en el zafacón de la historia los disparates y absurdos de Fidel Castro y el Che Guevara, que ya estaban entregados, el primero al traicionero revisionismo de Jruschov y Brezhnev contra el socialismo proletario comunista, y el otro, el Che Guevara, como todo anarco-terrorista en bancarrota, era incapaz de autocriticarse y retomar el camino correcto; porque los oportunistas y revisionistas no se autocritican; y, de ahí, que el Che Guevara se tornara el más acérrimo enemigo de la doctrina marxista-leninista; tal cual corroboran sus indigentes confesiones de sus papeles de Checoslovaquia, que sólo una crápula nauseabunda y leproso moral, por espía de la CIA y mercenario político del imperialismo norteamericano, como el bastardo agua negra de letrina Tony Raful sin más, pudo exhumar de los recovecos de los albañales, que conducen a la laguna del infierno, para llevar a cabo su impenitente labor anticomunista y contrarrevolucionaria.

Sería el peso de la aplastante bancarrota de todas sus conjeturas y apuestas, hechas al azar y depositadas en las alas de cera de la especulación subjetivista y pequeño-burguesa, que lo convirtiera en un desalmado cobarde; que no se detenía ni ante la perpetración de alevosos atentados personales contra nuestro dirigente Luis Montás, de lo que nos advirtiera, en primera ocasión, el revolucionario de esos tiempos, Uldárico Cruz y Cruz, como más delante, de nuevo sucediera, por lo menos en dos oportunidades más.

Años más tarde, personas vinculadas por parentescos familiares cuestionarían al enaltecido por Carmen Imbert Brugal, Miguel Coccorleone, de por qué él urdía atentados criminales y personales contra el dirigente y fundador de nuestro Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO); a lo que, con la más solemne cobardía y pusilanimidad, propia de una alimaña abominable, Miguel Coccorleone respondiera de la acusación de que él, en persona, era quien tramitaba tan perversa y gansteril orden, diciendo: Yo me opuse, le tramité la orden a Uldárico Cruz y Cruz, ciertamente en dos ocasiones más, por requerimiento y presión de Amaury Germán; debido a que éste no soportaba la derrota teórica, política e ideológica que Pin le había infligido en el 14 de Junio; así como la derrota que le ocasionara al MPD; porque él, y Moisés Blanco Genao, fueron siempre inseparables; y Amaury Germán tenía todas sus esperanzas puestas en que Moisés Blanco Genao saliera victorioso; lo cual veía dudoso siempre y cuando Luis Montás prosiguiera criticándolo; porque, el problema de Amaury Germán era que la mordacidad de las críticas provenientes del PACOREDO, como el sarcasmo que éste despliega en sus implacables críticas, con el tiempo se convierten en pesadillas para quien las recibe. Y Amaury Germán Aristy se sentía lacerado.

¡Qué héroe!, ¡qué valiente!, ¡qué revolucionario era esta sabandija y payaso que, para quien desinflara y pulverizara su bufonería charlatanesca, de bribón seudo-revolucionario y anticomunista, el disponía su muerte!

 

Volver a la Página Principal